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En 1970, cuartos en una Copa repleta de monstruos

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Foto: Archivo El País

HISTORIAS MUNDIALISTAS

Uruguay estuvo casi 45 minutos en la final de México 70. Terminó superado por el mejor Brasil de todos los tiempos, con un poco de ayuda de la FIFA. Y hubo que jugar ante Italia, la URSS y Alemania durante un torneo memorable.

Cuando el Mundial de México 70 llegó a su instancia semifinal, tres de los cuatro equipos en competencia habían ganado dos veces la Copa Jules Rimet. Como el trofeo se entregaba en propiedad al que la obtuviera tres veces, todo hacía indicar que la estatuilla de oro se marcharía con uno de ellos. El otro aspirante era Alemania, hasta entonces con un solo campeonato, pero que en 1974 sería anfitrión con grandes posibilidades de lograr el título.

Quiere decir que aquella Copa del Mundo mexicana representó un momento clave en la historia del fútbol. Y también fue inolvidable por los grandes equipos que se presentaron. Allí, entre esos cuatro, estaba Uruguay. Claro que entonces habían pasado apenas 20 años del triunfo de Maracaná, por lo cual buena parte de la afición esperaba el título. Y se pone como ejemplo el supuesto hecho de que nadie fue a esperar a la delegación a Carrasco cuando regresó con “apenas” el cuarto puesto. En realidad, hubo un gran recibimiento, aunque lejos de lo que sería la llegada de los celestes luego de Sudáfrica 2010.

Uruguay arribó a México con una preparación muy buena para los usos de la época. El técnico Juan Eduardo Hohberg fue el mismo que logró la clasificación en forma invicta. Y sus 22 jugadores fueron Ladislao Mazurkiewicz (Peñarol), Atilio Ancheta (Nacional), Roberto Matosas (Peñarol), Luis Ubiña (Nacional), Julio César Montero Castillo (Nacional), Juan Martín Mugica (Nacional), Luis Cubilla (Nacional), Pedro Rocha (Peñarol), Víctor Espárrago (Nacional), Ildo Maneiro (Nacional), Julio César Cortés (Peñarol), Julio César Morales (Nacional), Héctor Santos (Bella Vista), Walter Corbo (Peñarol), Rodolfo Sandoval (Peñarol), Francisco Cámera (Bella Vista), Dagoberto Fontes (Defensor), Omar Caetano (Peñarol), Alberto Gómez (Liverpool), Oscar Zubía (River Plate), Julio Losada (Peñarol) y Ruben Bareño (Nacional).

La lista contiene numerosos cracks, aunque la mayoría concentrados de la mitad de la cancha hacia atrás. Faltaba un centrodelantero de jerarquía y eso se sintió durante el torneo. Al final, Hohberg confió en Espárrago, que en algún momento de su carrera jugó de “9”, aunque hacía rato que actuaba como volante. Para colmo, apenas iniciado el debut ante Israel se lesionó Rocha, la figura del equipo, y ya no estuvo disponible para el resto de la Copa.

Entonces, con una defensa firme, un mediocampo batallador y bien organizado, y las apariciones geniales de Cubilla arriba, más una cuidadosa planificación de Hohberg, se dio pelea hasta llegar al cuarto puesto final.

Los celestes quedaron segundos en el grupo 2, tras vencer a Israel 2-0, empatar sin goles ante Italia y perder 1-0 en la hora con Suecia. Por los cuartos de final, le ganaron en alargue a la URSS con gol justamente de Espárrago, tras una increíble jugada de Cubilla sobre la línea de fondo. Uruguay había sido muy superior esa tarde, pero le costó llegar al gol.

La semifinal fue contra el mejor Brasil de todos los tiempos, con Pelé en su esplendor, más Jairzinho, Gerson, Tostao, Rivelino, Clodoaldo... Además, sus dirigentes se movían con sagacidad y consiguieron que la FIFA cambiara a último momento la sede del partido del estadio Azteca de México al Jalisco de Guadalajara, donde habían jugado todos sus encuentros anteriores. El reglamento lo permitía, pero hacerlo 72 horas antes y obligando a la delegación uruguaya a viajar de apuro sonó a un favoritismo indebido hacia uno de los contendientes.

Los celestes se pusieron 1-0 con gol de Cubilla, pero Clodoaldo igualó cerca del final del primer tiempo. Avanzado el complemento, cuando Uruguay se quedó sin piernas, producto del tiempo extra jugado con los soviéticos y acaso del viaje, llegaron dos goles brasileños más. Los verdeamarillos siguieron haciendo goles en la final con Italia, para quedarse con la Jules Rimet en forma definitiva (aunque el trofeo fue robado en 1983 y nunca apareció).

Uruguay se despidió perdiendo 1-0 con Alemania el partido por el tercer puesto. Los alemanes llegaban con dos alargues encima, por lo cual los celestes les pasaron por arriba. Pero la pelota rondó o pegó en los palos y nunca quiso entrar. Se volvió a extrañar a ese centrodelantero goleador que nunca estuvo. Un Luis Suárez, por ejemplo, nacido unos cuantos años antes.

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