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Carlos Núñez: de ser el pase más caro de Peñarol a querer dejar el fútbol y tirar la "última bala" en Canelones

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Carlos Núñez en Santa Rosa. Foto: Estefanía Leal.
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Foto: Estefanía Leal.

ENTREVISTA

El futbolista pensó en retirarse tras salir de una práctica llorando, después se operó y le volvieron las ganas de sentir el olor a vestuario. Así fue que eligió el interior para volver a jugar.

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La cancha del Club Atlético Santa Rosa, de Canelones, es un lugar muy pintoresco. Está iluminada por cuatro focos de luz. Tiene sillas de ómnibus antiguas que se usan como banco de suplentes. Hay canilleras y guantes apoyados sobre una mesa. Casilleros de cerveza y bicicletas tiradas adentro de una cabina. Y una serie de motos, muchas sin espejos, estacionadas a pocos metros del alambrado que bordea el perímetro de la línea de cal.

En el terreno, conviven la pelota y el potrero con una casa, con una chimenea muy rudimentaria al fondo, separada por un pequeño portón de fierro y un cúmulo de árboles en caída que traspasan los alambres.

Son las 19:34. La citación para la práctica es a las 20, pero ya hay un pequeño grupo de muchachos de la Sub 17 que armaron un rondo y empezaron a tener sus primeros movimientos con pelota. A lo lejos se escucha como un grito de gol el festejo cuando a uno de ellos le hacen un caño.

En otra parte del predio hay un vestuario con techo de chapa, donde algunos jugadores se cambian a puerta abierta cuando los 11 grados de temperatura azotan al pequeño pueblo. Otros aprovechan el momento para sacarse una selfie y relojear desde una ventana los movimientos de un hombre que entra con dos bidones de agua al campo de juego.

Muchos de los jugadores son trabajadores de la construcción, algunos estudian, y otros pocos se rebuscan e intentan ganarse la vida jugando al fútbol. Pero hay uno de ellos que hace tiempo dejó detener preocupaciones económicas y corre embobado atrás de una pelota solo con la ilusión de renovar el sueño que tenía de niño.

Ese es Carlos “Discoteca” Núñez, el mismo que le costó US$ 1 millón a Peñarol en 2013, que brilló en Liverpool siendo un juvenil, que también demostró su calidad en Racing de Avellaneda y que luego tuvo la chance de jugar en México y Colombia.

Carlos Núñez en Santa Rosa. Foto: Estefanía Leal.
Santa Rosa se estrenará este fin de semana en la Liga de Tala, pero Núñez prefiere esperar unas fechas para agarrar ritmo. Foto: Estefanía Leal.

Practicó por primera vez esta semana. Volvió a correr atrás de una pelota casi cinco meses después de una operación de pubalgia, que, en un principio, lo había condicionado a tomar la decisión de dejar el fútbol.

Pero llegó renovado, con la idea de tomar la experiencia como un “trampolín” y más adelante volver a la actividad profesional. “Voy a retroceder un escalón para subir dos. No vine acá por lo económico, porque sería una estupidez; vine porque me hace feliz la redonda, correr, un campo, volver a sentirme niño. Yo a lo último estaba sufriendo, no me divertía”, dijo a Ovación el futbolista que jugará con el Santa Rosa de Canelones en la Liga General Artigas de Tala.

“Me estaba entrenando solo en un gimnasio. Estaba haciendo la recuperación de la operación, pero no es lo mismo que estar con un grupo, sentarte en un vestuario de vuelta, compartir unos mates, que la gente vea que somos personas normales”, añadió.

El pasado martes fue el primer día que pisó las instalaciones del club y allí sus actuales compañeros lo recibieron con miradas “como si fuera alguien de otro planeta”. Él también les puso el ojo y, de entrada, se sorprendió porque algunos llegaban del trabajo derecho al entrenamiento. “La primera práctica que vine vi que mucha gente venía vestida de la construcción o de su laburo del día a día. A mí hay veces que la gente me dice ‘no tuviste suerte con las lesiones’ y yo la otra vez, que estaba acá, pensaba: tuve mucha suerte, porque hay gente que labura y viene por hobbie, porque le gusta el fútbol. Vienen de laburar y los ves correr con el amor y la pasión que lo hacen y decís: ‘Yo no puedo creer que se me haya pasado por la cabeza dejar el fútbol, que es lo más lindo que hay, cuando hay gente que hace mil cosas más por estar en una cancha’”.

Aunque sea una liga considera amateur, Núñez dice que prefiere despejar la cabeza y regresar a las canchas sin la exigencia del profesionalismo. Y si bien estuvo a punto de dejar la actividad profesional, todavía no piensa torcer el brazo: “Una vez salí de una práctica de Rampla, subí a la camioneta y empecé a llorar del dolor y dije: ‘Ta, hasta acá llegué’. Me estaba infiltrando mucho y llegó un momento en el que ya no me hacía ningún efecto y sentía igual el dolor. Ese día la llamé a aquella (por Eugenia, su pareja) y le dije: ‘No juego más al fútbol’. Ella no entendía nada. Llegué a casa llorando de amargura, angustia, por muchos años en los que te rompés el lomo”.

Carlos Núñez en Santa Rosa. Foto: Estefanía Leal.
El futbolista estuvo a punto de retirarse por una lumbalgia, pero está con “cuerda” para Santa Rosa. Foto: Estefanía Leal.

Pero después se arrepintió. “El jugador tiene que saber lo que es después la vida sin un vestuario, sin el pasto, que es lo que nos gusta. Yo jugaba con mis hijos, me divertía, pero no era lo mismo y dije: ‘Voy a usar la última bala; me voy a operar’. Si me salía bien la operación, iba a volver a jugar, y es lo que está pasando ahora”.

Discoteca está dispuesto a ser uno más dentro del plantel. A primero recuperar la forma física para después reencontrarse con la red: “Vine para ponerme bien físicamente de acá a diciembre. Ya me operé y hay Carlitos Núñez con cuerda. Tuve varias propuestas de la B de Argentina y no quise ir”.

Entrenamiento del Santa Rosa. Foto: Estefanía Leal.
Entrenamiento del Santa Rosa. Foto: Estefanía Leal.

Núñez, en su juventud, supo estar en la cresta de la ola y ser motivo de críticas y halagos. Hoy, con la madurez de un hombre de 30 años, reconoce que se equivocó en los días, en el cuándo y en el cómo se manejaba para salir a bailar. Y es en base a esos errores que intenta nutrir a Facundo, su hermano, que debutó en la Primera División de Cerro Largo con 15 años.

“Uno en el fútbol aprende todos los días algo nuevo. Por más experiencia que tenga un jugador, es mentira que se las sabe todas. Yo pensaba que me las sabia todas, que era un vivo, y era un gil. Porque siempre fui un tipo sano. Mi vicio era jugar al fútbol, salir con mis amigos a divertirme y me equivoqué en los tiempos. Eso trato de explicarle a mi hermano”, precisó.

LA FAMILIA. Parte de ese crecimiento personal se debe a su familia. Fue padre con 19 años, repitió a los 24 y hace tres que perdió a su madre, su persona preferida en el mundo. “Nada de la pubalgia va a ser un dolor tan grande como la pérdida de mi vieja. Yo me fui al exterior y volvía a veces una vez al año y estaba los 15 días arriba suyo”, se sinceró.

Con los años, se convirtió en amo de casa: pasó a encargarse del desayuno, aprendió a cocinar y tomó las riendas del almuerzo y la merienda, dejó de mirar fútbol y comenzó a dedicar más tiempo a series y dibujos animados. “Mi hijo de seis años es autista y creo que ahí tuve un antes y un después en el papel de padre. Son niños especiales que nos enseñan mucho. Paso mucho tiempo con ellos”.

“Mi familia siempre estuvo ahí, en los momentos buenos y malos. Para el futbolista el pilar es la familia. Cuando está todo bien, están los amigos del campeón y mucha gente que se te acerca, pero cuando estás mal, está la familia”, continuó.

Núñez aún tiene “cuerda”. El traje de futbolista se lo calzará los martes y jueves cuando viaje más de 20 kilómetros hacia la cancha de Santa Rosa. En ese lugar pintoresco, repleto de árboles y con asientos de ómnibus en el banco de suplentes, seguirá contando su historia.

“Me estoy volviendo un niño de vuelta. El día que yo pierda ese niño que tengo adentro, que le encanta jugar al fútbol, no juego más”, concluyó el futbolista.

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