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Carlos Núñez: "Orgulloso de ser quien soy"

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Carlos Núñez

REGRESO

El delantero vuelve al fútbol uruguayo para defender a Rampla Juniors. Dice estar más maduro, habló de su pasado en Liverpool y Peñarol y tiró que en su pasaje por los aurinegros "el entorno no me ayudó".

La niebla comenzaba a disiparse en el estadio Olímpico y de a poco se vislumbraban los edificios del otro lado de la bahía. Un hincha de Rampla Juniors acababa de llegar con su mujer a sacarse una foto con la cancha de fondo. Luego, ambos se colocaron juntos para una selfie con el mismo propósito. Un funcionario pintaba de rojo los bancos de la tribuna principal para que todo luzca lo más prolijo posible en el clásico del domingo. Otro arregla la cancha y el olor al césped recién cortado inunda el lugar.

En eso comenzaron a llegar los futbolistas que entrenaron en un gimnasio cercano y luego, al decir del técnico Rosario Martínez, se embarraron un rato en la cancha de La Marina. Llegaban de a cuatro o cinco porque fueron en sus autos particulares. Entre ellos, Carlos Núñez (27 años), la reciente incorporación de los picapiedras, que acababa de cumplir su primer entrenamiento.

“Le estoy muy agradecido a Rampla Juniors porque desde el primer minuto se mostró muy interesado en que yo viniera. Y hoy me trataron muy bien. Son esas cosas que se extrañan cuando salís afuera, donde sos un jugador más. Hoy sentí una energía muy positiva, se ve que el grupo es muy bueno. Cuando vas afuera no hay grupo, están todos separados. Si encontrás un uruguayo o un argentino es como sacarte la lotería. Me ha tocado estar afuera muchas veces y estar solo o con algún argentino si encontraba. Es feo, me sentía apartado. Si bien los jugadores tenemos que salir para hacer la diferencia económica, se extraña mucho el fútbol uruguayo. Por eso le doy las gracias a Rampla, por permitirme volver”, contó Carlitos sentado en la tribuna del Olímpico.

“Volver hoy es muy importante para mí porque me fui muy joven y muy inmaduro. De muy chico me pasaron muchas cosas. Hoy estoy muy maduro. Me siento bien en todos los aspectos. Estoy feliz de estar de vuelta y poder tomar un mate con mi vieja y con mi viejo. Son esas cosas que no se pagan con nada”, añadió el delantero, que estaba en el Deportivo Pasto. Afuera pasó por Racing de Avellaneda, Jaguares de Chiapas, Guaraní de Paraguay, Unión La Calera de Chile y Pasto de Colombia.

“Es difícil jugar afuera. Muchas veces llegaba al término del período de pases y el equipo estaba armado. O a veces, como me pasó en México, los entrenadores optan por jugar con los futbolistas locales. Y cuando no se te da la posibilidad de jugar, empezás a extrañar mucho más”, reconoció.

Pareja.

Hace cinco años que está en pareja con Eugenia y son padres de Francesco, de tres años. Ella es de su barrio de Canelones. “Me conoce de cuando yo no era nadie ni tenía nada. Es mi cable a tierra. A veces no me doy cuenta y me subo solo y ella me baja enseguida. Me apoya en todo momento, cuando estoy mal y cuando estoy bien. En parte gracias a ella me siento muy maduro. Estoy muy contento con mi familia”. Obviamente, incluye a su hija mayor, Catalina, de ocho años.

“Estar acá también me pone muy contento por eso, porque la puedo ver más seguido. Siempre hablaba con ella por videollamada, pero no es lo mismo que tenerla conmigo en casa. Son muchas cosas positivas que se juntan al venir acá. Fui yo quien tomé la decisión de volver. Quería venir a un equipo lindo como Rampla. Sé que la gente es muy apasionada porque me tocó venir a jugar acá como visitante y se notaba el cariño y el apoyo que le daban al club. Y todo eso también es importante para que un jugador quiera venir”, analizó.

“Recuerdo que hacían un gol y la gente se enloquecía. Eso en otros equipos no pasa y en otros países menos. En otros lugares el fútbol es secundario. En cambio, en Uruguay y en Argentina todo es muy apasionado, por eso es tan lindo jugar en estas ligas”.

Peñarol.

Carlos Núñez
Carlos Núñez en Peñarol. Foto: Archivo El País

“En Peñaroltuve buenos y malos momentos, como ha sido mi carrera. Pero dentro del club siempre me trataron muy bien. No tengo nada que decir. Damiani siempre estuvo para mí en todo momento, cuando las cosas salían bien y cuando me salían mal su apoyo era el doble. Lo único que me pasó en Peñarol era que sentía que la culpa de todo siempre era mía. Quizás por lo que había costado mi pase (en 2013 Peñarol le compró a Liverpoolel 25% de su ficha por un millón de dólares). Pero salí campeón y de eso uno no se olvida”, dijo quien no niega que de niño era hincha de Nacional.

“Me pasaron cosas de inmaduro. Me tocó todo muy joven y no estaba preparado. Es difícil, tenía mentalidad de niño y más siendo de afuera. Y el entorno no me ayudó. En Peñarol tenía un millón de amigos y cuando me lesioné en Racing, el teléfono no sonaba. Nadie llamaba a ver cómo estaba. Son esas cosas que uno va aprendiendo y lo hacen madurar. Hoy estoy orgulloso de ser quien soy y de estar donde estoy”.

Lesión.

Tras dos años en Peñarol pasó a Racing de Avellaneda y allí se rompió los ligamentos cruzados. “Cuando me enteré me iba por una autopista para mi casa, paré y estuve como dos horas y media llorando. No podía creer que iba a estar seis meses sin jugar. Fue al otro día de jugar con Huracán, me hicieron la resonancia y el médico me dio la noticia. En el momento no me di mucha cuenta, pero cuando iba manejando me cayó la ficha. Pensé en todas las cosas que había pasado para llegar a Racing, que fue el club donde me sentí mejor en mi carrera. Futbolísticamente y en todo. En Racing y cuando jugamos la Sudamericana con Liverpool en 2012. Esos fueron mis dos mejores momentos. Aquel grupo de Liverpool, que dirigía el ‘Tola’, era parecido a este de Rampla: muy humilde y muy trabajador. Siempre lo digo, el grupo es lo principal. Porque podés tener buenos jugadores, pero si el grupo está mal, las cosas no salen”.

Carlos Núñez
Núñez y un festejo con la camiseta de Liverpool. Foto: Archivo El País

No le costó recuperarse de la lesión. “Racing tenía diez médicos, diez kinesiólogos, diez fisioterapeutas, diez preparadores. A los cuatro meses ya me sentía bien, pero tuve que esperar el tiempo necesario por el injerto. Cuando volví a jugar tenía un poco de miedo, pero se me fue pasando”.

Seguramente, en Rampla no encontrará esa cantidad de funcionarios a su disposición. “A mí no me cuesta eso. A veces cuando el jugador tiene todo, se malacostumbra. Muchas veces me pasó. Valoro tener que limpiarme los botines, calentarme agua para el mate y compartirlo en el vestuario. Que el grupo sea uno. Todo eso lo valoro. Yo salí muy de abajo. Y esto me hace acordar cuando tenía 14 o 15 años y me tomaba el ómnibus en Canelones a las seis de la mañana, y me tenía que tomar tres ómnibus para ir a entrenar a Lomas. Hasta que me fui a vivir a la sede de Liverpool. Esos momentos, aunque uno no se de cuenta, son los más satisfactorios en la carrera deportiva”, concluyó Carlitos, que ya no es Discoteca.

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