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Y Canobbio se sacó las ganas

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Foto: Gerardo Pérez.

PEÑAROL

El atacante, figura en este 2018, convirtió su primer gol con el aurinegro.

Lo dijo la semana pasada en La Paz: “Estoy tranquilo. Mis compañeros y el cuerpo técnico son fundamentales en esa confianza que tengo en la cancha. Tengo que seguir trabajando. Me faltan los goles, pero ya van a venir”. Agustín Canobbio, ayer en su octavo partido, se sacó las ganas. Y se las sacó de verdad, porque su sonrisa no lo dejaba disimular su felicidad. Con cuántas ganas habrá esperado ese gol desde que desembarcó en Los Aromos a comienzos de año. Cuántas veces habrá soñado convertir un tanto con la camiseta de sus amores cuando de niño jugaba a ser el “Tony” Pacheco, su ídolo.

El atacante de 19 años, acostumbrado a ir por afuera para asistir a sus compañeros, se filtró como un número 9 y con un cabezazo conectó el perfecto centro de Giovanni González para poner el 3-0. Salió corriendo de frente a la hinchada de Peñarol y besó una y otra vez el escudo mientras recibía los aplausos de los fanáticos que se arrimaron al Tróccoli.

Merecido premio para el jugador más desequilibrante que tuvo el aurinegro hasta este momento. Por izquierda o por derecha, siempre se las ingenia para ser decisivo. Tiene velocidad, cambio de ritmo y es bueno en el uno contra uno. Incluso es “guapo”, porque no se achica ante las infracciones.

Además, y lejos de quedarse con lo ya conseguido, este joven futbolista dio un paso más allá con el objetivo de seguir creciendo en esta profesión. Ansioso por convertir con la camiseta de Peñarol, y luego de fallar algunas situaciones, recurrió a un curso de coaching. ¿De qué se trata esto? Es un entrenamiento mental que ayuda a conocerse mejor y saber qué aspectos de la cabeza mejorar.

Ayer ante Cerro volvió a ser el punto más alto del equipo de Leonardo Ramos. Por los dos sectores ganó casi toda la tarde. Nunca lo pudieron contener. Mucho menos en el complemento, cuando con espacios volvió a dejar en claro que de mitad de cancha hacia adelante puede moverse en cualquier posición. De volante, de delantero y con cualquier perfil.

Se tiene confianza y se nota. La pide, no se esconde entre los defensores rivales y da una mano también para defender. Llegó para ser una alternativa a un equipo que de su 11 titular solo había perdido a Diego Rossi y hoy ya se muestra como una pieza insustituible dentro de este esquema de Ramos.

Ocho partidos tardó Canobbio para gritar su primer gol con el carbonero. Ocho, justo el número que está ligado a su ídolo. Se lo merecía. Hizo todo para esto, dentro y fuera de la cancha. La semana pasada avisó que los goles ya estaban por llegar... y cumplió. El pibe, otra vez decisivo en el partido, se sacó las ganas.

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