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Es bravo si no hay paciencia

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EDWARD PIÑÓN

UNA GAMBETA

EDWARD PIÑÓN

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Sanos, lo que se dice sanos porque ningún mal les aqueja, no están. Ahora, convertir los dolores dolores de cabeza o un pequeño resfriado en síntomas de enfermedad terminal suena como demasiado exagerado cuando el calendario marca que se jugaron nada más que tres partidos.

Es cierto, ninguno de los dos ha cumplido con su deber, porque no pueden eludir la responsabilidad que les cabe. Nacional y Peñarol son los dos grandes, arman los mejores planteles, tienen los recursos más fuertes y cuentan con un respaldo popular de enorme trascendencia como para que no tengan que andar tan mal por el certamen.

Pero dicho esto, también suena como a demasiado fuerte que se provoque una agitación en las redes sociales o en los estadios (incluso arremetiendo contra algunos dirigentes) para que se den de manera inmediata golpes de timón.

Si los quieren ver jugando cómodos o, mejor dicho, con superioridad deportiva sobre sus adversarios van a tener que aguardad con paciencia para que el estilo se imponga. Magia no hay.

Y sino que se decidan: que sea a ganar como sea, pero que nunca más se quejen de que no se juega a nada. Cambiar, si no hay paciencia, es bravo.

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