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Aún con su peor cara, Defensor casi se salva

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Foto: Reuters
JORGE ADORNO

COPA LIBERTADORES

El violeta jugó a no jugar y regresa vencido; su primera meta debe ser despojarse de sus complejos.

Fue offside de Diego Churín en el minuto 95’59? Sí, claramente. ¿Fue demasiado castigo para Defensor Sporting la derrota? No. El violeta se vuelve de Asunción con lo que merecía luego del juego que hizo.

Bajo no, bajísimo el nivel demostrado por el equipo uruguayo en La Olla. Lo mejor que hizo fue presionar en la mitad del terreno, cortando los circuitos futbolísticos de Cerro Porteño que no fue mucho más, pero que sí fue el equipo que salió en todo momento a buscar el triunfo.

Defensor fue poco ambicioso. Es cierto que es difícil jugar en Asunción. La humedad y el calor (había casi 30 grados a la hora del partido) son agobiantes y eso siempre condena al visitante a defender más que a atacar. Lo que no se puede hacer allí es, precisamente, desperdiciar la pelota cuando se la tiene y fue lo que hizo el equipo violeta.

Con el argentino Rivero parado en absoluta soledad allá adelante, a lo único que atinó Defensor fue a tirar el balón lo más lejos posible como para sacarse el problema de encima y que el delantero se arreglara. Y éste no estuvo fino, porque la pelota le llegaba y le rebotaba. No logró controlar ni una vez el balón y allí surge un poco el dilema del huevo o la gallina. ¿Valía la pena desgastarlo en primera línea para que luego no tuviera fuerzas para aguantar la pelota? Lo cierto es que dio la sensación de que estuvo más minutos de los que debió en cancha.

La movilidad de Castro (bastante egoísta, por cierto) y Facundo Milán así lo evidenciaron. De cualquier manera, peligro real generado por Defensor fue el gol, en donde el mérito mayor no lo tuvo quien lo anotó (Benavídez), sino quien lo asistió (Suárez).

La defensa fue superada en velocidad y si el segundo gol no cayó antes fue por el factor suerte (pelota al travesaño en el primer tiempo) y porque lo mejor que presentó el violeta fue a su arquero. Reyes voló, saltó, despejó, fue abajo, ganó mano a mano... Solo le faltó convertir. Él sí que no se merecía que le hicieran un gol en el último instante y de offside.

El medio, lo dicho: presionó bien, pero careció de juego. Nada creó. Cabrera y Cougo, los dos que suelen generar el desequilibrio, estuvieron erráticos en los pases.

Faltas, caídas, demora en el juego... Esos fueron los argumentos principales que presentó Defensor ante Cerro Porteño y, así y todo, casi le alcanza para sacar un punto.

El violeta está capacitado para mucho más y lo ha demostrado. Da la sensación de que debe despojarse de los complejos a nivel internacional, porque juega atado y, como ayer, a no jugar.

Contra Gremio había rescatado un punto con un gol en su única llegada, pero la suerte un día se termina.

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