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El adiós del líder silencioso

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Dueño de un estilo ajeno a las costumbres uruguayas, por el orden y la disciplina, pero propio de las mejores cepas de futbolistas que vistieron la celeste, por el amor propio, querer ganar siempre y superarse, Diego Forlán escribió a lo largo de sus 13 años en la selección mayor uno de los capítulos más exquisitos y gloriosos que se tengan recuerdos.

LUIS EDUARDO INZAURRALDE

Ya no solo por las estadísticas, que lo hacen único y casi inalcanzable, sino por el legado que dejó a las nuevas generaciones.

Poseedor de condiciones naturales que no superaba la media del nivel internacional, porque Forlán no fue brillante por su talento (como tantos elegidos por la pelota) sino por el lugar al que lo llevó el trabajo, su carácter e inteligencia, ingresó en el reino de los dioses del fútbol y le regaló a Uruguay ya no solo momentos inolvidables, sino que estableció un prototipo diferente y cambió la matriz del futbolista uruguayo.

El líder silencioso cerró su ciclo y dejó una herencia incalculable por estos días, pero que valorarán las futuras generaciones, que lo pondrán en el pedestal y le brindarán el lugar que el tiempo le da a los más brillantes.

El análisis

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