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"Acá he vuelto a sentirme importante"

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Juan Manuel Olivera festeja uno de sus goles. Foto: Marcelo Bonjour
Archivo El Pais

Juan Manuel Olivera pasó el día libre en el Este, aprovechando que su hijo Santino tenía asueto en el colegio. El niño, de siete años, es el que se queda con las pelotas que su padre ha sumado a lo largo de su carrera por hacer tres goles. El domingo recibió una más.

Lo cierto es que Olivera ha vuelto a sentirse jugador de fútbol en Danubio, el equipo del que es hincha y en el que se crió. Es su tercera etapa en el club, las mismas que jugó en Peñarol, donde también fue campeón como en el equipo de la franja y hasta goleador del Campeonato Uruguayo. Sin embargo, asegura que el aurinegro jamás le robó el corazón, que siempre permaneció en la Curva de Maroñas.

—¿Siempre que tiene libre se va para afuera?

—Cuando puedo y tengo algún día libre sí. Para descansar un poco. Esta vez pudimos hacerlo porque mi hijo no tenía escuela.

—¿Cómo se despertó tras haber anotado tres goles el domingo?

—Muy feliz. Uno se despierta más tranquilo después de una victoria y de los goles. Sobre todo porque habíamos tenido un traspié entre semana con la eliminación de la Copa Sudamericana. Sabíamos que la gente iba a estar un poco ansiosa y necesitábamos ganar.

—Es su tercera etapa en el club y al hincha de Danubio lo conoce de sobra, ¿verdad?

—Sí, claro. Y sé bien que al hincha de Danubio tampoco le llena solo ganar; quiere que el equipo juegue bien, que sea ofensivo y que gane cada partido con soltura.

—¿Qué Danubio encontró en ese su segundo regreso al club?

—Encontré un grupo con muy buenos jugadores, con calidad humana y futbolística. Que tienen mucho para dar y que tienen muchas ganas de aprender y de crecer. Pero también encontré un club que desde el punto de vista institucional está complicado, como muchos equipos en el Uruguay. Con grandes deudas económicas y con un estancamiento importante a nivel institucional y de infraestructura. Con cosas que se empezaron a hacer y no se terminaron. Cosas que se proyectaron y no se llegaron a hacer; y otras que están hechas tienen un deterioro importante.

—¿Cuesta cuando uno hace el camino a la inversa y pasa de un grande a un chico?

—Uno ya sabía que iba a ser así, es la realidad. Además, se suple todo eso con otras cosas, como con muchos jóvenes que son extraordinarios. Es un gusto ir a entrenar porque el grupo es bárbaro y porque me he reencontrado con viejos amigo que también han vuelto al club, como Carlitos (Grosmüller) y el Bola (Lima) aunque con él estuve compartiendo el año pasado en Peñarol. Sufriendo un poco porque jugábamos poco. Hoy estamos en otra situación, diferente, mucho más comprometidos con el club.

—Festejó los goles como un loco, con mucho sentimiento. ¿Fue porque hacía tiempo que no lo hacía o porque volvió a vestir la camiseta de Danubio?

—Bueno, es cierto que hacía que rato que no festejaba... Y estoy feliz, pero mirá que en Peñarol también los festejaba así. El momento de celebrar los goles es especial. Muy lindo, único. Y uno saca de adentro muchas cosas, como una rabia o una contención. Los celebré con muchas ganas porque lo necesitaba a nivel personal. Acá me reencontré con el gol y volví a sentirme importante dentro del equipo.

—¿Volvió a sentirse jugador de fútbol en Danubio?

—Un poco sí, porque si bien en Peñarol entrenaba y me trataban bárbaro, de novela, uno lo que quiere siempre es jugar y ser protagonista. En Peñarol no se me había dado, entonces ahora que se me da y tengo la fortuna de que me salgan bien las cosas, se descargan muchas cosas.

—Al final del partido reunió a sus compañeros y los saludó uno por uno. ¿Se siente líder en este Danubio?

—De repente soy un referente para los futbolistas más jóvenes porque me tocó jugar en varios lugares, pero no es nada que no haya hecho en otros clubes. Simplemente que en otros lugares uno se encontraba con otros jugadores más grandes o que llevaban muchos años en esos clubes y cumplían ese papel. Y si bien uno trataba siempre de estar predicando para los más jóvenes, había funciones que hacían otros jugadores. Hoy, en Danubio, aparte de tratar de que los jóvenes se vayan formando con el ejemplo, también uno lo intenta desde la palabra y trata de estar pendiente de algunas cosas extrafutbolísticas.

—En Peñarol se acercaba el final de su contrato y se lo veía muy tranquilo. ¿Era porque ya sabía que iba a volver a Danubio?

—No, sinceramente no me decidí por Danubio hasta último momento. Aunque sí sabía que tenía las puertas abiertas porque nací acá y soy de la casa. Pero estuve manejando algunas ofertas de afuera y unas cuantas del medio local. Las escuché a todas con mucho respeto y las puse en la balanza, como puse a Danubio.

—Pero se decidió por volver a la Curva.

—Sí, porque sabía que me iba a sentir cómodo, que iba a tener continuidad y también porque quería dar una mano en un momento complicado del club.

—¿Sigue siendo hincha o Peñarol le ganó el corazón?

—Soy hincha de Danubio. Me fui haciendo a medida que iba creciendo en el club, porque sinceramente en mi casa no se miraba fútbol y no éramos de ir al estadio por más que a todos nos encanta. Yo jugaba porque me gustaba y no tenía preferencias. Luego me fui formando en Danubio y le fui tomando cariño. Hoy soy hincha rabioso del club.

—¿Cómo llegó?

—Me fueron a buscar cuando tenía 12 o 13 años; cuando terminé el baby y empezamos a jugar en cancha de 11. Yo estaba un poquito en conflicto porque querían que jugara de zaguero y yo quería hacerlo de volante. Llegué a Danubio como mediocampista y después de dos años jugando en la mitad de la cancha, el profesor Yantorno (el papá de Fabián), me puso de delantero. Entré a hacer goles y eso me encantó, obviamente.

—¿Dónde hizo el baby fútbol?

—Un ratito en el Sagrada Familia, un poquito en el Ciclón y otro poquito en Urreta.

—Si bien usted no es del barrio, ¿le gustó que la nueva camiseta diga "Curva de Maroñas" en un costado?

—Me encantó y se lo dije a la gente de Umbro y también felicité a los muchachos que la diseñaron, unos jóvenes del club que andan muy bien en todos esos temas. Me encantó cómo quedó con esos pequeños detalles que le dan importancia al barrio.

—¿Qué le pareció el técnico Castelli?

—Muy bien. Llegó y fue muy claro con nosotros sobre lo que quería. Es un cuerpo técnico muy reducido y ahora más con lo que le pasó al "profe" Cavalheiro. El grupo es muy grande, porque Danubio está en un proyecto de tener Cuarta y Primera entrenando juntas y no tener Tercera. Somos una cantidad de jugadores importante, un mix, y tiene que ir llevándonos a todos. Pero hemos hecho una buena pretemprada y él ha tratado de inculcarnos su idea futbolística.

—¿Qué espera de esta su tercera etapa en el club?

—Me encantaría ser protagonista y pelear el campeonato hasta el final. Regresar al club y ser campeón sería un sueño. ¡Algo extraordinario! Sé que es difícil, porque hay equipos que se han armado muy bien y ni que hablar de los grandes. Lo que me gustaría es pelear el campeonato hasta el final y principalmente que este Danubio pueda formar ocho o diez jugadores que a corto plazo se puedan ir a grandes equipos, ya sea a Europa u otro lugar importante.

—Dice que hay equipos que se han armado muy bien, pero seguramente van a perder puntos, como ya hicieron en estas dos primeras fechas Peñarol y Liverpool, por ejemplo.

—Si, va a ser muy parejo y nosotros arrancamos bien, aunque dos partidos es bastante poco. Pero da confianza y está muy bueno. Je.

En peñarol: amigos son los amigos.

Olivera sigue en contacto con muchos de sus excompañeros de Peñarol, club al que defendió en tres diferentes etapas y con el que fue goleador del Uruguayo en la temporada 2012-2013. Con algunos tiene contacto asiduo y otros le escribieron para felicitarlo por los tres goles que anotó el domingo. "Yo soy medio parco, soy difícil para escribir o llamar, salvo que sea por algo puntual", contó el delantero. "Pero me escribió Andrés Rodales, Hernán Novick, ni que hablar Macaluso que es amigo. Me escribió el doctor Decia por los goles y ya lo había hecho anteriormente para felicitarme cuando volví a Danubio", agregó. "Hablé con el Vasquito Aguirregaray ahora cuando regresó y el Vasco grande me escribió también. Y me llamó el profesor Turren antes de que empezara el campeonato. La verdad me fui bien del club. Me quedé con muy buenas relaciones, de repente no les estoy escribiendo todo el tiempo porque soy así, medio parco y algunos de ellos son como yo. Pero sé que se alegraron del partido que hice el fin de semana".

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Juan Manuel Olivera festeja uno de sus goles. Foto: Marcelo Bonjour

danubioSILVIA PÉREZ

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