Uruguay buscará esta noche ante Chile la clasificación a semifinales de la Copa.

JORGE SAVIA / TEXTOS - FRANCISCO FLORES / FOTOS – SANTIAGO - OVACIÓN EN CHILE

Radiografía "exprés" del partido de hoy en Santiago: se presume un trámite de características similares a las del encuentro que los celestes jugaron con Argentina, pero… sin Messi y con muchísimo más vértigo —sobre todo en materia ofensiva— por parte del rival, al que Tabárez definió muy bien como un equipo "intencionadamente desbalanceado", que "por momentos tiene hasta siete futbolistas en el campo contrario".

Así de fácil. O de complicado. Porque, es cierto, para ese fútbol de respuesta —como dice el maestro— que desarrolla Uruguay, calza justo tener de adversario a un cuadro que "va y va" hacia el arco rival, a veces sin freno, por pasajes en forma hasta atropellada; es apto para contragolpearlo, porque "deja atrás deja espacios", como señaló Tabárez. Fundamentalmente cuando se siente empujado por 50.000 personas a las que, al igual que a todo Chile, "le vendieron" que "esta es la mejor generación del fútbol chileno de toda la historia" y porta el mandato que surge de la afirmación de que la Copa América es la mejor oportunidad de que la Roja gane lo que nunca pudo antes; pero ese alud hay que aguantarlo.

Por ahí, pues, pasa mucho de lo que pueda ocurrir hoy: si Uruguay controla ese aluvión de los locales, y con el paso de los minutos lo va desactivando, y capitaliza la presión del público, que le puede jugar en contra a Chile si no se pone en ganancia, estará en condiciones de volver a lograr lo que consiguió en la capital chilena en noviembre pasado.

Cuidado, ese antecedente vale; pero hay que tomarlo en un sentido amplio: aquella vez Uruguay ganó "a lo Uruguay", defendiendo, contraatacando y con Muslera erigiéndose en la mejor figura de la cancha.

Así, en suma, parece estar planteado este cruce: Uruguay desactiva una bomba de fútbol ofensivo y, si tiene una eficacia atacante que hasta ahora no tuvo, la hace estallar en las manos de Chile, lo que sería una hazaña, o vuelve a casa, lo que constituiría un fracaso. Algo que al "aguafiestas" habituado a eliminar a los locales, hace muchísimo no le pasa.

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