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"Sentí que la historia me estaba llamando"

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El goleador más grande de todos los tiempos del básquetbol uruguayo, Wilfredo “Fefo” Ruiz,asumirá como presidente de Welcome, el club de sus amores. En entrevista con Ovación, aseguró que lo hace “por la historia de su familia”, más que por la propia como jugador, y que tiene como objetivo levantar el club institucionalmente antes de pensar en títulos. 

Con la mira puesta en el 90° aniversario (que Welcome celebra en 2016), quiere apostar por jugadores jóvenes y formados en el club. Además, está convencido de que deben volver a abrirse al barrio. En la directiva lo acompañarán apellidos ilustres de la albirroja. Nunca se imaginó en el actual rol, pero cuando se lo pidieron, sintió “que era el momento de hacerlo”.

—¿Por qué asume ahora el desafío tan grande de ser presidente de Welcome?

—El club necesita una mano de todos los que alguna vez nos sentimos arraigados en esta casa, que se nos está viniendo abajo. Cuando mis amigos me hablaron para tomar la presidencia, después de pensarlo mucho y de hablarlo con mi familia, decidí tomar esta posta por toda mi historia, pero no solo como jugador, sino por mi abuelo fundador, mi padre y mi tío, que dejaron la vida acá adentro. Sentí que la historia me estaba llamando para poner el pecho y poder levantar a Welcome institucionalmente, arreglar la casa, ordenarnos, crecer pensando y no poner la pasión por delante, porque estaríamos tomando el camino equivocado.

—¿No sería más fácil contratar jugadores para intentar ganar?

—Si yo anduviera por el camino de la pasión, quisiera que Welcome fuera campeón del mundo, pero en este rol que me toca como dirigente, tengo que pensar con la razón. No hay apuro para ser campeón... ¡Welcome fue campeón muchas veces! Es el momento de empezar a crecer, pero no comprando jugadores que después ni pasan por la puerta. Me interesa que vuelva a ser el club que conocí. No me va a temblar el pulso si descendemos. Yo debuté en el primer equipo de este club y fui a la selección uruguaya desde la Tercera División.

—¿Qué plazos se pone para "arreglar la casa"?

—El año que viene el club cumple 90 años; pensemos que en octubre de 2016 podamos tener la casa ordenada de tal manera que nos permita competir con cierta relevancia en la Liga. Hay que volver a acercar a la gente, fijate que hay hinchas que no vienen más y tienen que volver, como volvimos muchos a esta directiva, que está formada por un grupo de amigos: está Moglia, Rotondaro, los Paulós —que el viejo lavaba la ropa, era planillero, directivo, era todo—, Cantera, Dardo Orlando, Atijas, Schiavone, el Pato Scala, el Pólvora.

—¿Se puede recuperar esa mística en la sociedad de hoy?

—Vamos a intentarlo. Se perdió el cariño pero vamos a tratar de recuperarlo, trayendo a la gente para adentro. Hoy el joven está de la puerta hacia afuera, porque el club no le ofrece nada. Hoy estamos a punto de perder la identidad. Voy a apostar a mi niñez, voy a apostar a que gracias al básquetbol se puede ser alguien, se puede salir de muchas cosas.

—¿Quedan viejos resquemores dentro de la institución?

—Uno aprende más de lo malo que de lo bueno, como se aprende más de las derrotas que de las victorias. Tenemos que mirar para adelante. Acá hay que ponerse a trabajar. Recuerdo a mi padre y a mi tío con las bolsas de Portland, haciendo las tribunas. Welcome debe aprender de los errores cometidos y la meta no es muy larga, en un año y medio ojalá nos volvamos a encontrar y veamos algunos avances. No podemos prometer nada, pero sí podemos soñar, primero porque todo lo que vamos a hacer va a salir del esfuerzo de todos.

—¿Se visualizaba en este rol?

—Nunca me visualicé así. Normalmente me reúno con un grupo de amigos, que tomamos una, hacemos un asado y me contaron un montón de cosas que estaban pasando en el club, y me dijeron: Llegó el momento de que vos seas presidente. Ahí me cayó la ficha. Lo tuve que absorber personalmente, el corazón está siempre preparado, pero tuve que pensarlo, razonarlo. No quiero comprarme un problema, sino algo que me lleve a realizarme. Prefiero pensar que me compré un desafío. Además me va a acompañar Agustín Sena, al que hay que agradecerle que hoy sigamos existiendo. Hay un montón de ideas, tenemos que ir paso a paso. Ahora deportivamente no puedo prometer nada. Reitero: el club tiene que mejorar institucionalmente y hay una frase que quiero usar: Welcome va a crecer, pensando.

—¿Será como una especie de Malvín?

—No sé. Me saco el sombrero con Malvín. Ahí tenés un ejemplo: no salió campeón hasta que tuvo un club como el que tiene hoy, entonces esos son los ejemplos que hay que tomar. Otro es Urunday, al que antes entrábamos por un garaje a jugar... ¡y el día que quiso subir, subió! Pero si aparecen Mesías, no es real lo que pasa. Podés salir campeón y al otro día se van y se desmorona todo, no tenías nada. Tengo un club herido, si lo sigo hiriendo se me va a morir. No quiero ser campeón y no poder pagar la luz.

—¿Apostará a jugadores formados en el club?

—No quiero que el equipo de básquetbol me condicione todo el resto, porque tuve la gran suerte de debutar con 15 años. Hoy tenemos el ejemplo de Hebraica Macabi, que está peleando con jugadores formados en el club, que tienen muchos años en la institución y aprendieron a quererla y cuando alguien quiere al club, siempre da un poco más, y eso es algo que no se compra en la farmacia.

—Hablemos de su historia. ¿Qué siente cuando se habla maravillas de un jugador que hizo 25 puntos?

—Son épocas distintas. Nadie puede tirar hoy lo que tiraba yo. Se juega a otra cosa. Es directamente proporcional lo que uno tiraba con lo que uno embocaba.

—Usted tenía una marca feroz...

—Siempre digo que salía del vestuario y tenía dos arriba. A mí me resultaba más fácil tirar marcado porque tenía las referencias, me desesperaba cuando no me marcaban.

—¿Hoy tendría lugar un "Fefo" Ruiz?

—Nunca lo pensé. El básquetbol cambió pero la pelota y el aro son los mismos. Hoy un jugador como el "Tato" López estaría jugando tranquilo en la NBA.

—¿Lo de usted era talento o práctica?

—Había un poco de las dos cosas. Aprendí que de ninguna manera podés entrenar parado, tenés que tirar 500 tiros con las pulsaciones que vas a tener en el partido, en movimiento, y eso me ayudó mucho.

—¿Cómo ve al básquetbol uruguayo actual?

—Está estancado. Perdimos generaciones apostando a jugadores de 30 años y no a jugadores jóvenes. La Liga está envejecida.

La sanción de 99 años y los 84 puntos.

La historia de Wilfredo Ruiz está marcado por números espectaculares. En noviembre de 1984, el jugador impuso la marca más grande de puntos en el Uruguay: ¡84... en la época en que no había triples! Una semana antes había anotado 70 frente al equipazo de Bohemios. "Nunca tuve consciencia de esas cosas, era lo normal", afirmó el "Fefo", quien esa temporada tuvo un promedio de 51 puntos por partido. El día que llegó a Argentina a firmar su contrato en un equipo de Bahía Blanca, le pidieron que a la noche jugara con la selección de la ciudad ante Cuba. "Estaba de sandalias y no llevaba ni los championes. Antes del partido me entrevistan para la radio y me preguntan cuántos puntos pensaba hacer. Les dije: ‘Si no ando mal, hago 40’. ¡Hice 44!", cuenta entre risas. La carrera del jugador no estuvo exenta de polémica. Previo a jugar el Preolímpico para los Juegos de 1988, la FUBB lo suspendió por 99 años. "Ni el ‘Tato’ ni yo pudimos jugar. ¿Te imaginás lo que hubiera sido?", lamenta.

WILFREDO RuizJ. DA COSTA/ L. E. INZAURRALDE

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