La foto lo pinta de cuerpo entero. El pelo largo, la vista clavada en el aro, la pelota dominada, el rival que queda superado. Fue en el Cilindro, ante Paraguay, por el Sudamericano de 1971, pero la imagen pudo haberse dado con las camisetas de Sporting, Hebraica, Peñarol o la selección de Salto.

Omar Chumbo Arrestia fue uno de los más grandes jugadores de básquet que dio este país, dueño de un estilo muy propio. Ganador, goleador avasallante, también era calentón, peleador y polémico. Entre las décadas de 1960 y 1970 su presencia se convertía en casi certeza de triunfo para el equipo que defendía, aunque a la vez sufrió críticas y suspensiones. En alguna ocasión, por pecados tan graves como usar el pelo largo o fumar en la concentración, por ejemplo.

No resultaba tan sabido, pero además era un perfeccionista, capaz de practicar de mañana y de tarde para mejorar algún aspecto de su juego. Y lo que estaba claro era que asumía la responsabilidad de definir los partidos: el último tiro siempre era suyo.

Se destacó en Ferro Carril de su Salto natal, donde debutó con apenas 13 años, y pronto lo trajo Sporting, cuando el contador José Pedro Damiani era el hombre fuerte del club. Después fue a Hebraica, cuando estaba en Tercera de ascenso: lo llevó a Primera y a ganar el Federal en 1976 y 1977. Y finalmente defendió a Peñarol, el club del cual era hincha, con el cual obtuvo los títulos de 1978 y 1979.

En el medio, fue invitado a participar en el equipo estadounidense de Gulf Oil que realizó una larga gira por América y Europa, lo que le dió la posibilidad de seguir evolucionando técnicamente. Las invitaciones fueron frecuentes: defendió a Waston en una Copa "El Diario" y a Obras Sanitarias de Buenos Aires en el mundial de clubes por la Copa R. William Jones. Todos sabían lo que podía aportarles Arrestia dentro de la cancha.

Con la Celeste fue campeón sudamericano en 1969, además de mejor jugador y goleador del torneo. En el siguiente Sudamericano (1971) resultó expulsado en el penúltimo partido, una noche de muchas fricciones ante Argentina, no pudo estar en el cierre ante Brasil y eso tal vez le costó el título a Uruguay. Además, jugó dos mundiales: Montevideo 1967 y Yugoslavia 1970.

A comienzos de la década de 1980 regresó a Salto, donde fue jugador y técnico. Falleció allí, todavía joven, en 2009.

JOYAS DEL ARCHIVO