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Y por casa, ¿cómo andamos?

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El gobierno y el Frente Amplio atraviesan una compleja situación.

El gobierno y el Frente Amplio atraviesan una compleja situación.

La derogación del delito de abuso de funciones, la gestión de las empresas públicas y su transparencia, la conducta del Vicepresidente tan diversa como creativa, el reclamo de recursos, entre ellos, para la educación, el déficit fiscal, el “zarpazo” a los cuadros activos y retirados de las FFAA, la esencialidad declarada para la distribución del combustible, el desempleo y la inseguridad; y si esto fuera poco, la creación de nuevos impuestos para financiar los 172 millones de dólares de aumento del gasto público; a lo que se agrega la “in Madurez de su política exterior administrada por mensajes contradictorios con el fin de contemplar las irreconciliables posiciones de los “compañeros”.
El Presidente Vázquez vuelto de su exilio en las alturas, ha tenido que respaldar a su Vicepresidente auxiliado por el presidente del Frente Amplio. Este se sumó a los que, sin originalidad alguna, recurren a inventar una “conspiración” de la “derecha” destinada a destruir las “conquistas” del progresismo igualador.

Hace casi 15 años que el Frente Amplio gobierna el país con mayorías parlamentarias. Ha vivido todas las experiencias del poder: la ineficiencia, la corrupción y la lucha interna dentro de su fuerza política sin perder el respaldo de sus legisladores. Aún teniendo sus rebeldías, todavía no necesitó un voto extrapartidario para apoyar lo razonable, lo indefendible, impulsar leyes, muchas de ellas piezas únicas del disparatario nacional, o para mantener normas de administraciones anteriores aprobadas con su oposición.

Sin embargo, el espectro político y social reconoce, que cuando el Gobierno se acerca al abismo todo se reencauza motivado por la necesidad de mantener y concentrar el poder.

Lo anterior explica como fueron suficientes un mágico “power point” del equipo económico, un discurso del presidente del Frente Amplio y un Consejo de Ministros en un Cuartel!!! para que hasta los más díscolos se alinearan con envidiable disciplina detrás del “manual explicativo” que utilizaría toda la fuerza política.

Por tales razones los votos siguen estando (incluso el número 50 para aprobar la Rendición de Cuentas), aún en tiempos de turbulencia interna que enfrentan pública y privadamente a ministros y sectores de la coalición de gobierno. Es así que el Frente Amplio tiene vocero, de Maduro no se habla, los paros son “por la positiva” y hasta el enfrentamiento de los sindicatos con el Poder Ejecutivo no se tiñe de esos adjetivos reservados para otros gobiernos.

Y por casa, ¿cómo andamos? Toda persona angustiada o desilusionada que quiere otra cosa distinta al Frente Amplio se desahoga afirmando: “Mire que en la próxima elección tenemos que sacar a esta gente del gobierno ehh!!!”

Pero esos mismos no están totalmente convencidos de que se pueda. ¿Por qué? Porque ven a la oposición como un bloque inorgánico, y al Partido Nacional con sectores liderados por candidatos convertidos en fines en sí mismos, especialistas en mandar, seguidos por especialistas en obedecer (por supuesto, mientras que mantengan sus respaldos).

Por otro lado, el pueblo sabe que el Partido Nacional ha debilitado su voz orgánica y que el espacio público lo llena de encuestas, alianzas y pases entre grupos más enfocados en el “roba montón” interno en lugar de captar voluntades fuera de su Partido.

Por eso es conocido que los líderes de los sectores partidarios no utilizan con asiduidad la Casa Partidaria donde bustos y retratos de líderes históricos parecen decir: “nosotros ya no estamos, pero no olviden que el gran instrumento es el Partido”.

Escribir esto no es fácil porque la fórmula de la “Unidad en la Diversidad” siempre sale en auxilio de la consistencia partidaria; más difícil se hace cuando algunos puedan pensar que lo que decimos tiene destinatarios por elevación y argumentar además que existen otros ámbitos para ser planteados.

De ninguna forma es así, ya que el propio lector sabe de lo que estamos hablando y reclama una voz que con respeto y visión partidaria emita su opinión como reflejo de lo que mucha gente piensa. ¿Ya no lo experimentamos con la Concertación? Uno de nuestros candidatos ¿dónde está?.

Vayamos a las preguntas: ¿y si se gana como se gobierna? ¿Con qué votos parlamentarios y qué alianzas? ¿Cómo aseguramos que cosas que sucedieron en el pasado en la interna partidaria no se repitan? ¿Podremos recuperar la cultura orgánica y evitar que cualquiera de nosotros se sienta acreedor de su colectividad?

Largo camino hemos recorrido defendiendo nuestras ideas, siempre con la mano tendida. Durante muchos años, desde la añorada juventud, subimos las escaleras de la Casa del Partido para buscar en el Directorio su opinión y su respaldo; sin dejar de reconocer en sus paredes a los constructores y continuadores de esa columna histórica que hoy parecen compartir una inmerecida soledad. Sólo queremos más partido, un mejor funcionamiento orgánico, y que la soberanía decida como hasta ahora.

Entre ellos está Wilson, uno de los últimos que se fue, que lo mencionamos porque dejó como legado una profunda reflexión relacionada con lo que venimos diciendo: “que ganar valga la pena”, culminada con su pedido póstumo: “cuando yo no esté no se peleen”.

En resumen, llegar al Gobierno y no contar con el respaldo de todo el Partido será un fracaso asegurado.

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Sergio Abreu

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