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La divisa invencible

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Fue una manera distinta y original de conmemorar los 180 años del Partido Nacional. La tradicional Revista Blanca se apartó de sus habituales referencias a la historia, la descripción de grandes episodios con la impronta nacionalista o la evocación de sus enormes figuras, para rendir homenaje al “blanco de a pie”, al soldado cívico desconocido que con su trabajo en todos los rincones del país levanta día a día la bandera que hace la verdadera grandeza de la colectividad fundada por Oribe, con su blanca divisa y el rotundo “Defensores de las Leyes”.

Fue una manera distinta y original de conmemorar los 180 años del Partido Nacional. La tradicional Revista Blanca se apartó de sus habituales referencias a la historia, la descripción de grandes episodios con la impronta nacionalista o la evocación de sus enormes figuras, para rendir homenaje al “blanco de a pie”, al soldado cívico desconocido que con su trabajo en todos los rincones del país levanta día a día la bandera que hace la verdadera grandeza de la colectividad fundada por Oribe, con su blanca divisa y el rotundo “Defensores de las Leyes”.

Fue así que se reunieron 180 testimonios de militantes anónimos de todas partes del país: mujeres, hombres, jóvenes, veteranos, todos distintos en sus características, en sus actividades y en su geografía, pero unidos por su amor al Partido. Y el resultado es un trabajo excelente, que permite conocer cómo se ha gestado una fuerza política que hoy es una de las más antiguas del mundo, curtida en la adversidad, pero inalterable en sus convicciones; cómo el sentimiento de libertad y adhesión a la divisa continúa con el paso de los años, y cómo se sienten identificados en el actual panorama político.

La Revista formó un equipo de trabajo que recorrió durante meses el país y realizó entrevistas personales con aquellos seleccionados de una larga lista. Son el retrato verdadero del Partido Nacional y también -¿por qué no?- son el retrato del Uruguay de hoy. Veamos algunos ejemplos elegidos al azar y sintetizados.

-María Echave (39, Colonia Española, Colonia) vive en el campo y se dedica a producir queso: “Nací en este lugar. Hice la escuela y el liceo acá al lado. Crié a mis dos hijos donde yo crecí. Hace 22 años que estamos acá con mi esposo. Es una vida que me encanta. Es sacrificada pero no la cambio por otra” (…). En la última campaña electoral repartió listas y puso su casa para organizar reuniones políticas. “El Partido Nacional le da mucha importancia a la gente del medio rural. Es un Partido de todos. Está donde otros no están”.

-Julio César Debia (San José de Mayo, San José). Es ciego. Cursó primaria en la escuela 198 de Montevideo para discapacitados visuales. Luego hizo hasta cuarto año de liceo en un colegio católico de su ciudad. Practicó atletismo, aprendió informática y se capacitó en locución y periodismo. “Es un Partido con una historia muy rica y muy buena. Estoy en el Partido para trabajar los temas y los problemas de la gente. Uno percibe con el resto de los sentidos, pero lo más importante es mirar con el corazón”.

-Omar Viera (78, Reducto, Montevideo). Tiene tres hijos, diez nietos, seis bisnietos. Llegó a Montevideo cuando tenía cuatro años. “Éramos mi madre, mi hermano y yo. Mi madre no sabía leer ni escribir. Nos llevó al Cerrito de la Victoria y nos crió sola. Después nos fuimos al Jacinto Vera. Vivíamos todo el día en la calle con la pelota”. Siempre militó en el Partido Nacional, “porque mi gran orgullo es ser blanco. Soy blanco y saravista de alma”.

-Nilsa Rodríguez (44, La Puente, Rivera). Madre sola y con seis hijos. “Me encuentro desempleada por falta de trabajo en la zona”. Hasta hace poco trabajaba en una estancia, “pero esta es zona arrocera y el trabajo que hay es para hombres. He golpeado puertas pero la cosa está difícil” (…) “Mis padres eran colorados, pero a mí a los 14 años me empezó a gustar el Partido Nacional. Veía algo diferente cuando venían al pueblo, la forma en que trataban a la gente. Cuando me casé, mi esposo era blanco. En el Partido Nacional veo mucha cosa buena. Todos los que están, trabajan y dan la cara.

-Federico Scuotegazza (24, Carrasco, Montevideo). Estudia ingeniería informática. Con un compañero fundó una pequeña empresa para producir aplicaciones móviles y páginas web. Viene de un hogar políticamente diverso: “Mi padre es colorado, mi madre es blanca, mi abuelo paterno era socialista (…)”. “Caí en una reunión política y quedé muy contento con lo que encontré. Creo que no le erré ni un poquito. Lo mejor que nos puede pasar es que al país le vaya bien y el Partido Nacional es la mejor opción para lograrlo. Ser blanco es poner al país primero y luchar para mejorarlo”.

Podríamos seguir, son muchos más. Todos con la certeza que da el orgullo de ser blanco, que el triunfo o la derrota no los conmueve; todos con el mensaje de que no se molesten en escribir epitafios sobre el Partido Nacional porque ya se han enterrado demasiados.

Y todos compartiendo aquel memorable discurso de Wilson en la Explanada Municipal (30 de noviembre de 1984) pocos días después del triunfo Colorado con Sanguinetti Presidente: “Muchos se apresuraron a preguntarme en el momento mismo que trasponía las puertas del cuartel de Trinidad a qué razones atribuía yo la derrota electoral de mi partido en los últimos comicios de noviembre. Y en todos los casos he contestado: a mí puede preguntárseme a qué atribuyo la victoria del Partido Colorado. Pero ¿derrotados nosotros? ¿A quién se le puede ocurrir que el Partido Nacional esté derrotado?”.

Y agrega enseguida “para nosotros la lucha comienza todos los días de nuevo, y por lo tanto, comienza hoy”.

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Washington Beltrán

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