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¿Todavía importa?

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Jean Jaurès (1859- 1914) fue un socialista francés. Fundador del diario L´Humanité, impartió clases de filosofía y destacó como gran activista político. Varias fuentes mencionan una carta que escribió a su hijo, luego de que este le solicitó que interviniera ante el instituto donde estudiaba, para que lo exoneraran de cursar religión.

Jean Jaurès (1859- 1914) fue un socialista francés. Fundador del diario L´Humanité, impartió clases de filosofía y destacó como gran activista político. Varias fuentes mencionan una carta que escribió a su hijo, luego de que este le solicitó que interviniera ante el instituto donde estudiaba, para que lo exoneraran de cursar religión.

Dice así:

“Querido hijo:

Me pides un justificante que te exima de cursar religión, un poco por tener la gloria de proceder de distinta manera que la mayor parte de los condiscípulos y temo que también un poco para parecer digno hijo de un hombre que no tiene convicciones religiosas. Este justificante, querido hijo, no te lo envío ni te lo enviaré jamás…

Cuando tengas la edad suficiente para juzgar, serás completamente libre pero, tengo empeño decidido en que tu instrucción y tu educación sean completas, y no lo serían sin un estudio serio de la religión.

Te parecerá extraño este lenguaje después de haber oído tan bellas declaraciones sobre esta cuestión; son, hijo mío, declaraciones buenas para arrastrar a algunos pero que están en pugna con el más elemental buen sentido. ¿Cómo sería completa tu instrucción sin un conocimiento suficiente de las cuestiones religiosas sobre las cuales todo el mundo discute?...

Dejemos a un lado la política y las discusiones y veamos lo que se refiere a los conocimientos indispensables que debe tener un hombre de cierta posición. Estudias mitología para comprender historia y la civilización de los griegos y de los romanos, y ¿qué comprenderías de la historia de Europa y del mundo entero después de Jesucristo sin conocer la religión que cambió la faz del mundo y produjo una nueva civilización?

En el arte ¿qué serán para ti las obras maestras de la Edad Media y de los tiempos modernos si no conoces el motivo que las ha inspirado y las ideas religiosas que ellas contienen?...

Si se trata de derecho, de filosofía o de moral ¿puedes ignorar la expresión más clara del Derecho Natural, la filosofía más extendida, la moral más sabia y más universal? -éste es el pensamiento de Juan Jacobo Rousseau.

Hasta en las ciencias naturales y matemáticas encontrarás la religión: Pascal y Newton eran cristianos fervientes; Ampere era piadoso; Pasteur probaba la existencia de Dios y decía haber recobrado por la ciencia la fe de un bretón…

¿Querrás tú condenarte a saltar páginas en todas tus lecturas y en todos tus estudios? Hay que confesarlo: la religión está íntimamente unida a todas las manifestaciones de la inteligencia humana; es la base de la civilización y es ponerse fuera del mundo intelectual y condenarse a una manifiesta inferioridad el no querer conocer una ciencia que han estudiado y que poseen en nuestros días tantas inteligencias preclaras.

Ya que hablo de educación: ¿para ser un joven bien educado es preciso conocer y practicar las leyes de la Iglesia? Solo te diré lo siguiente: nada hay que reprochar a los que las practican fielmente, y con mucha frecuencia hay que llorar por los que no las toman en cuenta. No fijándome sino en la cortesía en el simple savoir vivre, hay que convenir en la necesidad de conocer las convicciones y los sentimientos de las personas religiosas. Si no estamos obligados a imitarlas, debemos por lo menos comprenderlas para poder guardarles el respeto, las consideraciones y la tolerancia que les son debidas…

Querido hijo: convéncete de lo que digo: muchos tienen interés en que los demás desconozcan la religión, pero todo el mundo desea conocerla. En cuanto a la libertad de conciencia y otras cosas análogas, eso es vana palabrería que rechazan de ordinario los hechos y el sentido común.

Muchos anticatólicos conocen por lo menos medianamente la religión; otros han recibido educación religiosa; su conducta prueba que han conservado toda su libertad.

Además, no es preciso ser un genio para comprender que solo son verdaderamente libres de no ser cristianos los que tienen la facultad de serlo, pues, en caso contrario, la ignorancia les obliga a la irreligión. La cosa es muy clara: la libertad exige la facultad de poder obrar en sentido contrario. Te sorprenderá esta carta, pero precisa hijo mío, que un padre diga siempre la verdad a su hijo. Ningún compromiso podría excusarme de esa obligación.

Recibe, querido hijo, el abrazo de tu padre”.

¡Este hombre sí que era un librepensador! ¡Ni una idea le pesaba en su mochila!

Leo y releo la carta pensando en la discusión de los últimos días y la negativa sobre la Virgen de la Aduana de Oribe, y me entristece la realidad, la mezquindad que nos rodea, y la pobreza de nuestro debate. Personas grises, con ideas grises. Eso somos, así estamos.

¡Qué coraje el del preclaro Jaurès!

Un ejemplo de independencia individual que muchos deberían seguir, y que me hace pensar en nuestra Declaración de Independencia. Sí, en la del 25 de agosto de 1825. Hito fundacional de nuestra nación, en la que nos declaramos libres, independientes y soberanos.

¿Todavía importa esa declaración? ¿Le damos trascendencia individualmente y como nación?

¿Somos libres, independientes y soberanos?

¿O nuevas formas de dominio nos someten?

Los livianos argumentos esgrimidos en contra de la imagen de la Virgen, la irracional y avergonzante posición tomada con respecto al problema humanitario y de derecho en Venezuela, la desfachatez con la que se vuelve la cara hacia otro lado en lugar de atender los serios problemas que afectan la sociedad como la inseguridad y la corrupción, la carrera electoral en la que muchos de nuestros gobernantes ya se han metido, y la injerencia de las organizaciones internacionales en nuestra vida diaria me hacen pensar que ya no somos ninguna de las tres cosas. Solo aparentamos.

Como personas y como país debemos tener presente que libertad, independencia y soberanía son valores a resguardar.

En lo personal y en lo colectivo debemos cuidarnos de aquellas ideas que nos hacen menos humanos con los demás y con nosotros mismos. Como las que ven una afrenta (que no existe) en un monumento que es religioso para algunos (no importa cuántos), o como las que ven una democracia en un país que se desangra mientras un tirano conversa con las vacas.

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Tomás Teijeiro

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