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El problema está adentro

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Hay algunos frentistas, presumo que no todos, que están alarmados porque la oposición… se opone. Les preocupa el tono crítico con que debaten los diferentes partidos opositores y temen que eso genere “inestabilidad” en el sistema político.

Hay algunos frentistas, presumo que no todos, que están alarmados porque la oposición… se opone. Les preocupa el tono crítico con que debaten los diferentes partidos opositores y temen que eso genere “inestabilidad” en el sistema político.

Es verdad que la retórica de los legisladores blancos, colorados e independientes en ambas cámaras es dura. Pero difícilmente desestabilice al país o al sistema político. En todo caso afectará la interna frentista. Y no mucho más.

Basta ver lo que pasó en el Senado. Pese al tono crítico de algunas intervenciones, la Rendición de Cuentas empezó a votarse un día y se terminó al siguiente. Los votos estaban, todo salió tal como lo pretendía el gobierno y si hubo que zanjar diferencias fue dentro de la bancada oficialista.

Los demás partidos intervienen, critican, debaten pero no tienen más incidencia que esa en la medida que el Frente Amplio cuenta con la mayoría parlamentaria. Por lo tanto todo se aprueba en tiempo y forma. Lo cual no da la imagen de una situación de “inestabilidad” que pone en riesgo a las instituciones del país. Sin embargo, así lo han dicho, según un informe sobre los efectos colaterales del debate en el Senado por la mencionada Rendición, publicado la semana pasada en Búsqueda.

Cuando los frentistas protestan por los dichos de los opositores, estos le recuerdan cual fue su actitud cuando estuvieron en el llano. Para el senador Pedro Bordaberry, por ejemplo, “eran los campeones del cuanto peor, mejor”.

Según la senadora Constanza Moreira, tanto ardor opositor genera situaciones de “contrademocracia” que a su vez provoca una “desconfianza política” generalizada y “apatía ciudadana”.

¿Hay tal apatía? El Partido Colorado está pasando por una de las crisis más graves de su historia, es verdad. El núcleo duro de sus allegados, militantes y seguidores más fieles se enfrascó en un fogoso, por momentos agresivo debate sobre cual es el mejor camino para salir de esa crisis. Basta ver algunos intercambios en las redes para ver que en esta discusión nadie se guarda nada. Eso sí, de apática no tiene nada.

Ya desde las elecciones, el Partido Nacional supo motivar a mucha juventud que se entusiasmó con la política y participó de la campaña. La celebración de sus 180 años de existencia fue muy movilizadora. La “Revista Blanca”, en conmemoración a ese aniversario, reunió 180 testimonios de militantes del partido (no dirigentes) de los más diversos barrios de Montevideo, localidades del interior, de distintos oficios, credos color y género, demostrando así que en sus filas tampoco había apatía. Todo lo contrario.

Por otra parte, si bien es un grupo más chico, el Partido Independiente logra generar un fuerte interés entre sus allegados e incluso entre quienes no lo siguen.

No es ahí, entonces, donde está la apatía. Cuando estos legisladores hablan de una crisis de confianza hacia los dirigentes o creen ver esa mencionada creciente distancia, no pueden estar refiriéndose a lo que ocurre en todo el espectro político, porque no es así. Hablan, en realidad, de lo que ven dentro de su propia casa. Hay un desgaste en el Frente Amplio a causa de sus tropiezos, de sus pujas internas y de algunos graves y preocupantes escándalos como el de Pluna y el de Ancap, que enfriaron la adhesión de su gente. Esos escándalos fueron denunciados e investigados por los opositores, sin duda, pero no creados por ellos. El lío nace y se multiplica adentro.

Es bueno saber que algunos de los políticos frentistas estén preocupados por esa realidad. Pero se equivocan si piensan que es un problema generalizado.

Es lógico, además, que los diferentes partidos opositores lo señalen. Eso hizo cuando le tocó ser minoría, el propio Frente Amplio. Fue mucho más que “la cansoneta contra el sistema político” de la que habla el ex ministro y actual senador Enrique Pintado. El Frente logró paralizar proyectos importantes de los gobiernos de ese momento, algo que no pudo hacer ninguno de los actuales opositores. Aquello fue visto como parte del duro juego político. “Un palo más en la rueda” decían los afectados. Pero no por eso se desestabilizaba el país. Y el perjudicado no era, como no lo es hoy, “el sistema político”, tan solo el gobierno de turno que no lograba superar esos escollos para aplicar sus propias propuestas. Hubo frustración, sí, pero no otra cosa.

Este reproche a la oposición, sobredramatizado y sin sentido, procura disimular una realidad que rompe los ojos: que el problema está adentro. Y vaya si lo está.

Cuando el Frente Amplio cuestiona el estilo de hacer oposición por parte de los demás partidos, debería mirarse a sí mismo y cuestionar su propio estilo (y también su esencia) para hacer oficialismo. Ahí, y solo ahí, está lo que ellos denuncian en otros.

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Tomás Linn

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