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¡Aló comandantes!

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Los libres dudan de sus afirmaciones si hay discusión y admiten que la razón puede estar en tiendas ajenas.

Los libres dudan de sus afirmaciones si hay discusión y admiten que la razón puede estar en tiendas ajenas.

Es esta una de las explicaciones por las cuales con el transcurso de los siglos y milenios, en el marco de las imperfecciones de la arquitectura social humana, la distancia entre la vida de los pueblos que viven en libertad es abrumadoramente superior a las de los que viven en la oscuridad de la tiranía. Es tangible. Intelectual, ética y materialmente. Lo prueban la cultura, el arte, la ciencia, la tecnología y las estadísticas.

Lo afirmado es tan notorio que no hay con qué darle.

Una inteligencia media, con razonable compulsa de información sobre la realidad y la experiencia humana concuerdan en que para mejorar debe atenderse a lo que funciona bien. De esta forma un músico admirará a Mozart, un pintor a Cézanne, un escritor a Cervantes, un médico a Pasteur, un arquitecto a Le Corbusier, un futbolista a Luis Suárez, y abreviando, un comprometido con la marginación social a Teresa de Calcuta. Difícilmente por una línea intelectual consistente se pueda concluir en la admiración por Hitler o Stalin, el “Che” Guevara o Cristina Kirchner. Sin embargo, en el Uruguay no se sabe a partir de qué sinrazón ello es posible.

Nuestros “comandantes” revolucionarios así lo afirman. El título no es irónico, por el contrario es un elogio que sabrán agradecer aquellos a quienes se dirige. En el país de los licenciados sin licenciatura y los abogados sin título que ejercen cargos de confianza en la nomenclatura oficialista, abundan los admiradores de los “comandantes” Castro, del “comandante” Chávez y ... nos acabamos de enterar hasta de Kim Jong-un, el tirano genocida de Corea del Norte, monarca heredero del trono, “comunista” de obesidad burguesa, uniforme militar y fácil sonrisa. Quien un día tiró a su tío -supuesto conspirador- a que se lo comieran perros hambrientos, en un circo al que asistía como público su elenco de gobierno; otro -recientemente- mandó matar a su hermano del que recelaba y quien, diariamente, juega con cohetes atómicos como si fueran un trencito eléctrico, al tiempo que a mano tiene un botón que puede llevar a la humanidad a una guerra nuclear el día menos pensado.

Así, tras el visible liderazgo de la “comandante Constanza” (por razones imperantes de género se le cita primero) -entre otros comandantes y camaradas revolucionarios- se ve galopar al comunista Núñez y su “tovarich” Lorier, al tupamaro Jorge Meroni y el socialista Roberto Chiazzaro, quienes han sido noticia abundante en la prensa reciente.

Se han desgañitado porque la Cancillería negó la visa a un enviado del compañero rey Kim Jong-un, y porque el gobierno viene descubriendo, con dificultades, que la de Venezuela es una tiranía brutal que reprime sin piedad a un pueblo hambreado. La histeria es parte de la lucha de nuestro socialismo contra el imperio norteamericano. El mismo imperio en el que han llegado a funcionar contemporáneamente hasta 13.800 estaciones de servicio, pertenecientes a Citgo Petroleum Corporation, una filial de Petróleos de Venezuela S.A. (Pedevsa). “El imperio”, que ahora le está exportando crudo a Venezuela ya que bajo la égida de Maduro viene disminuyendo la extracción de sus monumentales reservas de crudo por ineptitud y corrupción. Con los precios altísimos del petróleo en tiempos cercanos fue con lo que la cleptocracia socialista del siglo XXI financió sus planes de “asistencia” social.

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Ricardo Reilly Salaverri

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