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Vuelta a la Guerra Fría

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La política exterior se ha convertido en un dolor de cabeza para el Frente Amplio. Los compromisos con regímenes autoritarios generan tensiones internas que han ido más allá de todo posible disimulo.

La política exterior se ha convertido en un dolor de cabeza para el Frente Amplio. Los compromisos con regímenes autoritarios generan tensiones internas que han ido más allá de todo posible disimulo.

A veces ocurre que esos regímenes se sacan la máscara y muestran su condición de dictaduras. Es lo que pasa con el chavismo venezolano, que durante largos años fue tratado como un amigo por la dirigencia frentista (Tabaré Vázquez, Danilo Astori y Luis Almagro incluidos) pero ahora divide las opiniones. Otras veces, un régimen del que nunca se habló en Uruguay, como el de Corea del Norte, se cuela en la agenda. En otros casos es la propia actualidad internacional la que obliga a fijar posiciones, como ocurre con Siria.

Cada uno de estos episodios merece discusión, pero hay un par de datos generales que deben ser colocados en el centro del análisis.

El primero es que estas divisiones parten al Frente por la mitad. No se trata de un conflicto entre una minoría pintoresca y una gran mayoría que controla el rumbo. Se trata de un choque entre dos grandes hemisferios que hasta ahora habían conseguido procesar sus diferencias sin hacer mucho ruido.

Entre quienes defienden la dictadura de Nicolás Maduro se ubica la siempre extrema Constanza Moreira, pero también el diputado José Bayardi, exministro de Defensa y presidente de la Comisión de Asuntos y Relaciones Internacionales del Frente Amplio. Y desde luego Marcelo Abdala, secretario general del Pit-Cnt y notorio comunista.

La defensa de la dictadura norcoreana tuvo su momento bufo cuando el diputado del MPP Jorge Meroni dijo que “se podrá compartir o no el régimen norcoreano, pero lo han elegido sus ciudadanos”. Meroni no intentó explicar cómo es posible que los ciudadanos norcoreanos hayan elegido libremente a Kim Il-sung, inmediatamente después a su hijo Kim Jong-il, y luego al hijo de este (y nieto del primero), el actual gobernante Kim Jong-un.

Pero, ridiculeces aparte, lo que importa es que Meroni no está solo. Su punto de vista fue respaldado, entre otros, por el diputado comunista Gerardo Núñez.

Lo mismo ocurre en relación al conflicto sirio. La defensa del régimen de Bachar al-Asad fue asumida por varias figuras dentro del oficialismo, incluyendo, entre otros, el diputado socialista Roberto Chiazzaro. El Partido Comunista, el MLN y el Pit-Cnt condenaron el ataque estadounidense sin expresar ninguna crítica al régimen sirio.

El segundo dato llamativo es que estos posicionamientos prolongan reflejos propios de la Guerra Fría. Las justificaciones que se ofrecen son confusas y suelen ignorar hechos básicos. Casi todo se reduce a las viejas consignas antiyanquis que han servido para justificar invasiones y dictaduras. En el fondo, lo que funciona es la lógica de los alineamientos por rebote: respaldo a Al-Asad porque es apoyado por Rusia e Irán, que son enemigos de Estados Unidos. No importa el contexto específico, ni hace falta profundizar en temas complejos como el conflicto entre alauitas y wahabitas. La pobreza del análisis se expresa con claridad en una frase del diputado Chiazzaro: “La única potencia que actuó en forma correcta en Siria fue Rusia, porque contó con el aval del gobierno sirio”.

El problema para el Frente Amplio es que la Guerra Fría terminó en el siglo pasado. Y los alineamientos por rebote resultan incomprensibles para demasiada gente.

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Pablo Da Silveira

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