Cuando baja la marea se empiezan a ver las piedras. Es el caso del Fonasa.
Cuando baja la marea se empiezan a ver las piedras. Es el caso del Fonasa.
Nueve años después de su creación como fondo financiador de lo que sería el Sistema de Salud, los números conocidos esta semana revelan un problema serio, grave, que pesará como herencia en un futuro cercano. Ya es un problema hoy, pero no llegamos aún a lo peor. La tercera parte del sistema de salud es deficitario hoy. Los ingresos genuinos apenas cubren dos terceras partes y rentas generales se encarga de cubrir el resto, que además no para de agrandarse. Este 2017 se espera que el rojo se acerque a los 500 millones de dólares. Estudios que conoce el gobierno fijan como escenario adverso para el Fonasa un crecimiento del PBI del 2%. Este año se crecerá a la mitad de ese supuesto.
Creer que este es un tema económico/financiero es un error. Alguien con cierta razón podría argumentar que vale la pena hacer tamaño esfuerzo económico porque los resultados en materia de salud concreta para la gente son muy buenos. Que mejoró notoriamente la calidad de las prestaciones en los hospitales y las mutualistas y que ahora las demoras prácticamente no existen, el acceso al médico es rápido, la ambulancia está a la orden, sobre todo en los pueblos del interior que no la tenían y ahora sí, el norte tiene su IMAE cardiológico y por ello enfermarse en el interior o Montevideo es una anécdota, hacerse un estudio es rápido y además no hay que esperar el aguinaldo para poder pagarlo, y los jubilados no penan por no poder pagar sus medicamentos y varios etcéteras más.
Pero todos sabemos que no es así, que el enorme esfuerzo económico de los uruguayos con el pago de su Fonasa y del déficit, que además solventamos también con nuestros impuestos (pagamos dos veces), no mejoró la atención de salud. Los propios números que maneja el MSP dicen que la tercera parte de los uruguayos, a 8 años de vigencia del Sistema, tienen problemas de acceso a la salud, y obviamente son los más carenciados, es decir que fracasó el objetivo de la equidad en el acceso. Y más problemas aún tienen las mujeres para acceder a la salud (32%), según esos mismos estudios oficiales, que los hombres. Así que las políticas de equidad de género de las que tanto se ufanan fracasaron en esto también. Peor aún en el caso de los afrodescendientes, donde este problema llega al 40%.
Desde la izquierda salieron, religiosamente, a decir que no era déficit sino “solidaridad”. La verdad que muy solidarios no son porque les importa más defender partidariamente un sistema que da servicios pobres a los más pobres y que terminó discriminando en el acceso por género y raza, que enfocarse a buscar una solución.
El sistema de salud está en problemas que se disimulaban mientras la economía crecía y la plata fluía. Ahora empieza a verse la verdad. Invertimos mucho más pero los resultados son muy malos, desastrosos algunos. Su mentor, Daniel Olesker, en un rapto de fanatismo bastante lejano a la realidad, comparó nuestro sistema con el de Alemania e Israel. Huelgan comentarios.
Tenemos una herencia compleja llamada Fonasa. Recaudó a mano abierta pero fue un fracaso en su gestión, en sus resultados y en los servicios que prestó que sufren como nadie los que dicen defender. Los que no se pueden subir a un avión e irse a San Pablo o EE.UU. Los que esperan, entregados, en los corredores de hospitales y mutualistas.