LA CLAVE
La tregua olímpica, esa tradición que viene desde los juegos de la antigua Grecia, mantiene su vigencia y los gobiernos del mundo se inclinan ante ella; la respetan y la veneran. ¿Quién hubiera pensado que el conflicto que hace años mantienen las dos Coreas, donde ni siquiera pueden reunirse las familias que viven en uno u otro lado y rige la amenaza atómica del dictador Kim Jung-un, pudieran amainar simplemente porque Pyeongchang, ciudad de Corea del Sur, será la sede de los JJ.OO. de invierno?