LA CLAVE
Parece un cuento del imaginario tipo Macondo, pero no da ni para media sonrisa. Se trata de un episodio que además de burlesco y vergonzoso, terminó en la muerte del pobre hombre que cayó al suelo con un infarto, frente al Ministerio de Salud Pública. Ironía más cruel no pudo ser. Los desfibriladores de l MSP estaban inutilizables. No importa si en este caso hubieran servido para salvarlo o si fue inoperante la especialista en reanimación. El organismo estuvo omiso en una doble responsabilidad.