LA CLAVE
No existe una línea que separe los castigos físicos a los niños por motivos supuestamente bien intencionados de imponer una adecuada disciplina. Como la de aquel padre de numerosa prole y buena situación económica que tranquilamente contaba la utilización de su cinturón para poner orden o castigar a los díscolos. Se trata de maltrato infantil, y dentro de esa patología existe una tenebrosa y variada gama de abusos. Es preocupante que el Sipiav informe que en el 2018 atendió 4131 casos de este tipo.