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Tanta charla tan errada

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En la frontera le llamábamos conversa fiada. Me sorprende y me desconcierta la seguridad con que políticos, politólogos y periodistas elucubran sobre quién pierde y quién gana con un voto que sale de acá y va para allá en la Cámara de Diputados.

En la frontera le llamábamos conversa fiada. Me sorprende y me desconcierta la seguridad con que políticos, politólogos y periodistas elucubran sobre quién pierde y quién gana con un voto que sale de acá y va para allá en la Cámara de Diputados.

En el Frente Amplio se ha disparado la alarma: se nos acabó la mayoría absoluta. ¡Qué desastre! Del otro lado también sienten como que todo hubiera cambiado porque el diputado Mujica se hartó de las poses de los tartufos y resolvió salirse de allí para respirar un poco.

No hay duda que la desaparición de la mayoría absoluta es un cambio grande. Durante casi tres períodos de gobierno del Frente Amplio tal mayoría le insufló a ese partido un regocijo triunfalista tan improvisado como destructivo, y a la oposición una prolongada frustración. Ahora se presenta un cambio: analistas y politólogos afirman que la oposición, antes casi superflua, comienza a tener sentido: volverá la negociación, comportamiento político saludable para la institucionalidad democrática.

El Frente Amplio nunca pensó que la negociación tuviera algo que ver con el ejercicio del gobierno o con la práctica política: sus genes marxistas-leninistas (aunque algo confundidos por tanto cruzamiento) la rechazan instintivamente. Pero ahora, al encontrarse inesperadamente enfrentados a la aritmética del cincuenta menos uno, entraron en pánico.

La primera reacción ha sido la de prodigarle toda clase de caricias y arrumacos al diputado Mujica (aunque por dentro lo maldigan porque les escupió el asado). Este proceso de zalamerías es digno de un estudio psicoanalítico. Ninguno de los legisladores frentistas se ha preguntado siquiera por los motivos del portazo del diputado y ni se les pasa por la cabeza pensar que pueda tener algún motivo o algo de razón. ¡Asombroso!

Pero también resulta asombroso lo que pasa en el otro lado. Cunde el regocijo porque ahora el Frente Amplio no podrá imponer ninguno de sus desvaríos y la oposición tendrá campo abierto para llevar adelante todas sus ideas y proyectos. La característica de los venturosos tiempos que se abren será la negociación.

Sí y no. En todo caso no será la negociación de la cual todos están hablando. El voto 50 que tenía el Frente Amplio y perdió con el alejamiento de Mujica ya se sabe en qué condiciones se fue: Mujica lo ha dicho claramente. Pero los votos que tenían el Partido Nacional y el Partido Colorado y que perdieron con el alejamiento de sus legisladores al irse con Novick, nadie sabe para qué lado se irán, sea para el caso de la Rendición de Cuentas, sea para cualquier otro asunto. La oposición ya no dispone del voto 49, ni del 48, ni del 47 o el 46.

El Presidente Vázquez, que enfrenta una parada decisiva en la Rendición de Cuentas, ha jugado sus cartas sagazmente y con anticipación. Incorporó a Novick a las reuniones sobre seguridad y le dio, en ese acto, estatus político a él y a su partido (que ni siquiera existía como tal). Novick salió de esas reuniones diciendo que Vázquez era lo más grande.

El gobierno no tiene que negociar nada para la Rendición de Cuentas porque sospecho que ya negoció antes. Los que van a tener que negociar son los de la oposición. El cauce político que se abre ahora no tiene nada que ver con lo que han venido elucubrando periodistas, analistas y politólogos varios. Me parece.

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Juan Martín Posadas

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