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Señales en el atardecer

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A partir de episodios pequeños y cotidianos uno va descubriendo el panorama general. En el aire hay cada vez más indicios de lo que se acaba: el Uruguay frenteamplista. Según sea la puesta del sol uno sabe cómo será el tiempo mañana.

A partir de episodios pequeños y cotidianos uno va descubriendo el panorama general. En el aire hay cada vez más indicios de lo que se acaba: el Uruguay frenteamplista. Según sea la puesta del sol uno sabe cómo será el tiempo mañana.

Leo en La Diaria que el sindicato de la bebida va a desarrollar un proyecto educativo porque, según su dirigente Richard Read, tanto él como la FOEB tienen una visión crítica del sistema educativo uruguayo, que abarca tanto lo curricular como el comportamiento de los valores en la sociedad. Se han perdido los valores y los códigos de convivencia, los valores del trabajo y el estudio. Escuché a Filgueira en el Congreso ideológico de la lista 40 exponiendo su visión del estado calamitoso de la educación pública y su proyecto EDUY21. Son de sobra conocidos los institutos privados gratuitos de enseñanza como el Jubilar, Impulso, Los Pinos y otros similares instalados en barrios pobres y abandonados.

Todo esto encierra señales. Por un lado los esfuerzos de la sociedad uruguaya -la llamada sociedad civil- buscando salvarse a sí misma y rescatarse de lo que considera alarmante decadencia. No espera nada del gobierno ni de los organismos oficiales (el sistema). Se ha convencido (porque las pruebas están dolorosamente a la vista) que la promesa electoral de renovar el ADN de la enseñanza será tan vana e incumplida como la promesa de no aumentar impuestos. Se ha convencido de que Vázquez no tiene ni convicción personal ni respaldo político, y que el Frente Amplio que gobierna no sabe adónde quiere ir y está absorbido en luchas internas para la conservación del poder. Tiene claro, además, que no solo se abre alguna posibilidad si es apoyándose sobre el propio esfuerzo, sino que de parte del sistema (el sistema político, el gremial y el cultural) va a encontrar desconfianza, sospecha y animosidad.

Se suele decir que el futuro lo hemos de hacer entre todos. Yo lo he dicho muchas veces. Las señales que se están viendo en el ocaso político del Frente Amplio inducen a ciertas precisiones. El futuro estará (ya está siendo) taponeado. La tarea habrá de desplegarse no solo por fuera del sistema (el conjunto político-simbólico del frenteamplismo actual) sino luchando contra él. Así lo han percibido y por eso así se han encarado las iniciativas educacionales mencionadas arriba. El Uruguay del futuro, el Uruguay post frentista (que no quiere decir un Uruguay donde no haya un Frente Amplio) es un lugar al que se llega abriéndose paso apoyado en la propia iniciativa y luchando contra quienes no están (ni mucho menos estarán) dispuestos a admitir una enmienda o reconocer un error. Todos los uruguayos tendrán que ser convocados al esfuerzo de hacer el futuro, pero los representantes del sistema que se extingue (gestores, funcionarios, beneficiarios, acomodados) se van a oponer a muerte. Nos guardaremos de insultar o despreciar a los responsables del desastre, pero la lucha por un Uruguay nuevo (en lo educativo y en todo) va a tener que enfrentar (y vencer) esa oposición. En consecuencia, va a tener costos políticos. (Por si alguien se asusta: todo proyecto político tiene costos).

Hoy se está dibujando nuestro futuro: los colores del día que se apaga indican el tiempo que tendremos mañana. Los uruguayos, hartos del abandono y del prepoteo, van a animarse a salir del sistema, a ir a contrapelo de él, a responsabilizarse por su futuro y a afrontar el costo necesario.

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Juan Martín Posadas

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