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Soberanía o Twitter

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La soberanía radica en la Nación, no en Twit-ter ni Facebook. Se expresa directamente y por medio de los partidos políticos a través del voto. Ni las redes sociales ni las ONG’s representan la expresión popular.

La soberanía radica en la Nación, no en Twit-ter ni Facebook. Se expresa directamente y por medio de los partidos políticos a través del voto. Ni las redes sociales ni las ONG’s representan la expresión popular.

Las redes, que son el nuevo medio de comunicación, pretenden muchas veces ser el lugar donde ejercer una autodesignada representatividad. Lo mismo pasa con algunas ONG’s que nutridas muchas de ellas por militantes desencantados de la izquierda quieren incidir hasta suplir decisiones que son típicas del Parlamento donde reside la soberanía. La vida en sociedad no se reduce solo a los ámbitos políticos, es mucho más rica y plural, pero al final del camino los únicos que en democracia, con sus aciertos y sus errores, representan al pueblo, son los Partidos. Si no es por el voto, cómo es, ¿por el grito?

Si cambiamos el origen de la representación popular de los partidos hacia quienes dicen tener representación en algún tema, aunque nunca hayan pasado por las urnas, ¿a dónde llegamos? La respuesta es una: a las corporaciones y al fascismo.

Últimamente son varios los ejemplos de sustitución de la representación legítima, no solo en la educación y la salud que son paradigmáticos. Hay por ahí un intento de una especie de tribunal inquisidor para elegir a los jueces que integrarán la Suprema Corte de Justicia, debiendo surgir de la voluntad de organizaciones o asambleas, o de lo contrario pasar por ese tamiz antes de la Asamblea General. Como si existiera una especie de pira bautismal, aséptica, que integran ciertas organizaciones que están incontaminadas de cualquier intencionalidad política y pueden elegir mejor que aquellos a quienes cuando deciden bien hay una urna que los puede premiar y cuando hacen las cosas mal hay una urna que con la misma fuerza los castigará.

¿Quién se hace responsable y dónde, por los errores de organizaciones que no tienen representación? Ojo cuando por un discurso “políticamente correcto” que habla de participación, en verdad lo que se hace es ceder espacios legítimos, otorgados con el voto de la gente, a personas u organizaciones que no tienen la mínima representación popular; esto es esencialmente antidemocrático. Tienen sí la capacidad de gritar fuerte, o escribir y presionar mucho en las redes. Si será así que esta semana con el episodio del restaurante y la leyenda de los mexicanos, disparado por las redes, se movilizó una intendencia que está muerta durante esta semana e increíblemente logró que en lunes Santo se hiciera lo que a cualquier mortal contribuyente le costaría años lograr. No le daban las manos para inspeccionar, sancionar, censurar y establecer códigos morales, llegando a la ridiculez. Hasta el cuerpo diplomático se movilizó. ¡Por el cartel!

Los partidos políticos no pueden ceder ante estas nuevas formas de presión y mucho menos los de oposición ante mecanismos alternativos que encontraron organizaciones que son claramente frentistas, que ante la frustración por el gobierno de su partido, canalizan la militancia en redes y organizaciones que tantas veces son simples sellos vacíos.

Los partidos están pasando por un mal momento, alejados de la gente. La solución no es legitimar la presión de círculos de poder elitistas y corporativos, sino la de ejercer con cercanía la soberanía popular. La democracia representativa es mucho más que un “me gusta” en Facebook.

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Javier García

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