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TLC con China y robotización

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Lamentablemente el TLC con China ya no está en la agenda de este gobierno. Era una gran oportunidad para el país: los beneficios eran gigantescos en relación a los costos, que fueron magnificados en la discusión interna. Pero se pinchó, nuestros socios del Mercosur nos desautorizaron a seguir avanzando solos. En el fondo, no estamos convencidos de que el saldo positivo del TLC sea tan grande como para estar dispuestos a cuestionar nuestra pertenencia al Mercosur.

Lamentablemente el TLC con China ya no está en la agenda de este gobierno. Era una gran oportunidad para el país: los beneficios eran gigantescos en relación a los costos, que fueron magnificados en la discusión interna. Pero se pinchó, nuestros socios del Mercosur nos desautorizaron a seguir avanzando solos. En el fondo, no estamos convencidos de que el saldo positivo del TLC sea tan grande como para estar dispuestos a cuestionar nuestra pertenencia al Mercosur.

En esta columna pretendo mostrar que no estamos midiendo bien los costos asociados a un TLC con China y que son menores de lo que se piensa.

Para tener una real dimensión de estos costos es necesario considerar los cambios que estamos observando en el mercado del trabajo. Justamente sobre eso fue que tuvimos la oportunidad de presentar un estudio del Centro de Economía del IEEM-UM en una reciente conferencia sobre el futuro del trabajo, organizada por la OIT en Ginebra.

En Uruguay la robotización avanza sin pedir permiso. Ya hace un par de años que venimos insistiendo con el tema. Los datos indican que gran parte de las posiciones ocupadas, tal cual hoy están concebidas, tienden a desaparecer en el mediano plazo porque ya no va a ser necesaria una persona para cumplir con esa tarea. Y que aquellas ocupaciones con escaso requerimiento de empatía, creatividad y manipulación fina son las más comprometidas.

Un hecho de la realidad que resulta relevante en nuestro estudio, es que estos requerimientos varían en las posiciones laborales de los distintos sectores productivos del país. Es así que, según los datos que procesamos, en los cargos de la industria manufacturera, por ejemplo, la creatividad no es una característica relevante mientras que sí lo es la manipulación fina. En contraste, en el sector educación, la manipulación fina no es una característica especialmente exigida mientras que los requisitos de capacidad creativa y fundamentalmente de empatía son muy elevados en relación con el resto de los sectores de actividad.

¿Y cómo se relaciona esto con los efectos de firmar un TLC con China? Muy simple. Los sectores que producen en Uruguay bienes que compiten con productos importados de China contratan trabajadores con habilidades robotizables.

Veamos ejemplos puntuales. Los sectores de fabricación de muebles, vestimenta, la industria metalúrgica y los plásticos sufren la competencia de productos importados de China. En esos sectores trabajan hoy 35 mil personas cuyas posiciones laborales tienen una probabilidad de robotización superior al 90%. Esto se debe a que tienen muy pocas características difíciles de robotizar como la creatividad y la empatía. Si agregamos al resto de las industrias que se podrían ver afectadas por la competencia china, estaríamos hablando de 53 mil puestos de trabajo (4% del total del empleo en Uruguay) para los cuales la probabilidad de robotización asciende a 88%. Este número es muy superior al equivalente en los sectores productivos que no enfrentan la competencia china.

Si uno mira un conjunto más amplio de indicadores de las personas empleadas en los sectores potencialmente afectados por el ingreso masivo de productos chinos y los que no, se puede ver que no hay diferencias significativas en materia de edad promedio, género o nivel educativo. En donde realmente está la diferencia es en el tipo de tareas que se realizan y cómo estas tienen una propensión mucho más elevada a ser robotizables.

Para tener un panorama más completo también hay que considerar productos de China que hoy no son relevantes pero que podrían entrar al país amparados en un TLC. Para ello analizamos datos del comercio con China de otros países de la región. Para empezar, se puede ver el caso de Chile, que tiene un TLC firmado con China desde el 2006.

Cuando uno mira los datos de comercio de Chile con China, lo primero que llama la atención es que luego del TLC, en la última década, las importaciones de China crecieron incluso por debajo que en otros países sin TLC, como es el caso de Uruguay. En segundo lugar, los datos muestran que los rubros son prácticamente los mismos, o sea, con el TLC no entran productos diferentes a los que ya están ingresando al país. La realidad es que es muy similar el paquete de productos importados desde China hacia Uruguay, que el paquete importado desde Chile, e incluso desde Argentina o Brasil. En el Cono Sur, todos importamos de China más o menos lo mismo.

Se podrá decir que hay un tema de tiempos. Que no es lo mismo abrirse de golpe a China que la dinámica de la robotización en estos sectores, lo que es verdad. Sin embargo, en la negociación con China existe la posibilidad de introducir un plazo escalonado de reducción de tarifas en sectores críticos. A la robotización es mucho más complejo frenarla sin introducir incentivos negativos para la inversión y el crecimiento económico.

Lo importante de este estudio es que nos permite dimensionar correctamente las potenciales pérdidas de firmar un TLC con China. Es cierto que hay sectores productivos que dejarían de ser competitivos, pero también es cierto que solo el avance tecnológico en estos sectores está reduciendo todos los días, nos guste o no, las posiciones laborales disponibles. El Pit-Cnt plantea que existirían enormes pérdidas asociadas a la destrucción de puestos de trabajo en la industria manufacturera ante el ingreso masivo de productos chinos. Nosotros mostramos que esos puestos de trabajo de todas formas tienden a desaparecer, con o sin TLC.

El ingreso de nuestros productos a China libres de impuestos sería un enorme beneficio para el país, de eso no hay dudas. Se trata de nuestros principales productos de exportación, para los que tenemos ventajas comparativas, pero con los que estamos en inferioridad de condiciones de competir con países que ya tienen TLC con China como Nueva Zelanda. Además, el TLC abriría la puerta para que nuestra carne, soja y leche ingresaran con mayor valor agregado, con todo lo que ello implica.

Somos pocos los que nos animamos a siquiera analizar la posible salida de Uruguay del Mercosur. Entiendo que hoy sea una utopía. Comparto que lo mejor sería que el Mercosur firmara un TLC con China. Pero como esto no va a pasar en muchos años, creo que es bueno saber lo que nos estamos perdiendo. Dada nuestra estructura productiva, el TLC con China nos venía como anillo al dedo. Una enorme oportunidad perdida para el desarrollo del Uruguay. Duele.

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Ignacio Munyo

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