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Punto de inflexión

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Es muy serio el asunto de la conservación de la diversidad biológica de nuestro país, por ser el principal respaldo del desarrollo nacional si se pretende que llegue a ser sustentable.

Es muy serio el asunto de la conservación de la diversidad biológica de nuestro país, por ser el principal respaldo del desarrollo nacional si se pretende que llegue a ser sustentable.

Somos los protagonistas de un tiempo clave de la historia de nuestros pueblos, porque nos ha tocado decidir qué ecosistemas y cuáles especies mantendremos para las futuras generaciones.

El aumento exponencial de las posibilidades tecnológicas de modificar el entorno, sumado al crecimiento continuo de la población exige tener mucha prudencia e inteligencia a la hora de tomar decisiones vinculadas a autorizar cualquier proyecto de desenvolvimiento.

No resulta nada fácil apoyar emprendimientos que mejoran distintos aspectos de la vida de la gente y al mismo tiempo salvaguardar la integridad de los ecosistemas que conforman nuestro territorio nacional.

En ello radica lo esencial de que cualquier inversión de recursos humanos y económicos sea la correcta para promover el bienestar presente y futuro.

Y decimos que no es fácil lograrlo porque desde siem-pre el accionar ha sido que la toma de decisiones se hace desde estamentos estancos, priorizando miradas especializadas, que pierden de vista “el todo” para enfocarse en alguna de “las partes”.

Por fortuna a la hora de analizar un proyecto de desarrollo esta situación está cambiando. Cada vez estamos mejor dispuestos a escuchar y considerar otras visiones de la realidad que enriquecen y mejoran las propuestas, y también nos advierten acerca de probables consecuencias negativas en ámbitos no tan visibles en una primera mirada, así como de daños que podrían ocurrir con el paso del tiempo, debido a la intrincada interconexión de todos los elementos que constituyen el entramado natural y social de un sitio.

Dada la alta complejidad de la realidad no cabe duda de que se necesita, como nunca antes, lograr la mayor participación y cooperación posible de todos los actores que, directa o indirectamente se verán involucrados en un emprendimiento.

Por eso importa tanto impulsar el empoderamiento y la gobernanza como parte de un proceso de madurez social.

Sabemos que es una tarea difícil, ardua y por momentos estresante, pero hay que hacerla porque nos conducirá por un camino de mayor sabiduría y equidad.

La concentración de poder y la exclusividad de la ideas han sido pésimas consejeras en el pasado.

Y aunque también sabemos que siempre hay traumas y dificultades cuando se impulsan cambios significativos en la toma de decisiones, hay que considerarlos como parte natural del crecimiento.

Nuestro país se encuentra en un punto de inflexión y deberá tomar decisiones muy importantes porque afectarán el futuro de muchas generaciones.

Cuánto más avanzaremos en la modificación de la matriz energética nacional hacia fuentes renovables; cuándo decidiremos prohibir explícitamente prácticas mineras que atentan contra la calidad de nuestros ecosistemas; cuándo encararemos una efectiva lucha “sin cuartel” contra la erosión en todo el país; cuándo protegeremos enérgicamente la calidad del agua dulce superficial y subterránea; cuándo aseguraremos la conservación de nuestras especies nativas -que son el soporte esencial de los ecosistemas.

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Hernán Sorhuet Gelós

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