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Cambio de liderazgo

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La decisión del presidente Trump de abandonar el Acuerdo de París sobre el cambio climático inesperadamente ha generado un efecto favorable en la comunidad internacional, fortaleciendo su compromiso en la lucha contra el calentamiento global y sus efectos negativos.

La decisión del presidente Trump de abandonar el Acuerdo de París sobre el cambio climático inesperadamente ha generado un efecto favorable en la comunidad internacional, fortaleciendo su compromiso en la lucha contra el calentamiento global y sus efectos negativos.

En lo que concierne a su incidencia dentro de fronteras, hay que decir que tan polémica decisión no significa en absoluto que sea acompañada por los gobiernos estaduales y locales, o por las grandes empresas estadounidenses (decididas a aprovechar el buen negocio que significa la apuesta por las energías renovables), ni fundaciones y ONG con fuerte impronta nacional.

Con esta decisión Estados Unidos cedió su liderazgo a China o la Unión Europea, lo que posiblemente también resulte positivo, si consideramos que el nuevo mandatario ha negado la existencia del cambio climático como mega problema planetario. ¿Qué calidad de liderazgo podría ofrecerle Trump al mundo si ni siquiera cree en la existencia del problema? En todo caso actuaría como contrapeso de toda decisión comprometida que se pretenda tomar.

La historia de los pueblos está cimentada en innumerables decisiones tomadas con valor y determinación frente a grandes retos que el destino les ha interpuesto.

Actuar con igual valentía ante el enorme desafío económico, social y ambiental que implica redireccionar nuestro desarrollo hacia la sustentabilidad real -dándole prioridad a la adaptación y a la mitigación del cambio climático- es lo que se espera de todos nosotros, y lo que confirmaría nuestro leal compromiso con las futuras generaciones.

Esta inquietante coyuntura en la cual hemos desembocado implica una responsabilidad adicional enorme. Porque de nuestras decisiones -con sus errores y aciertos- dependerá, en buena medida, la calidad del futuro a la que podrán aspirar nuestros nietos y sus descendientes.

Estamos muy confiados en que nuestras capacidades científicas y tecnológicas irán solucionando todos los problemas que se presenten.

El peligro que entraña este exceso de confianza es que los eventos naturales desplegados en todas las latitudes cada vez con mayor violencia y frecuencia, nos demuestran que son fuerzas naturales incontrolables y de gran poder destructivo.

Quizás la principal enseñanza que nos deja la “decisión Trump” sea que los destinos de las comunidades no pueden depositarse solo en manos de los gobernantes nacionales de turno.

Necesitamos un férreo compromiso de todos los actores locales, porque es en ese ámbito donde las acciones tendrán real sentido e impacto en la calidad de vida de las personas.

Allí los tomadores de decisiones y los vecinos comparten la cotidianidad, se conocen y saben de los problemas que requieren soluciones inmediatas y a más largo plazo.

A su vez la coherencia en la conducción de los destinos de un país pasa por lograr una coordinación equilibrada, justa y efectiva del accionar de sus autoridades nacionales, subnacionales y locales.

El gigantesco reto del cambio climático nos está dando una nueva oportunidad de acortar las enormes distancias que siguen existiendo entre gobernar con una mirada nacional y una preocupación local.

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Hernán Sorhuet Gelós

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