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Los temas de siempre

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Después de casi 15 años de mejora constante de la economía, en esta Rendición de Cuentas la preocupación también vuelve a ser el déficit fiscal. Increíblemente, a tantos años del 2002, las cuentas públicas, el déficit y el endeudamiento externo son nuevamente tema de conversación. La actitud del Gobierno es achacar la situación a factores ajenos a su esfera de decisión -entre ellos al servicio de retiros militares - y apelar al aumento de la carga impositiva.

Después de casi 15 años de mejora constante de la economía, en esta Rendición de Cuentas la preocupación también vuelve a ser el déficit fiscal. Increíblemente, a tantos años del 2002, las cuentas públicas, el déficit y el endeudamiento externo son nuevamente tema de conversación. La actitud del Gobierno es achacar la situación a factores ajenos a su esfera de decisión -entre ellos al servicio de retiros militares - y apelar al aumento de la carga impositiva.

Se hace inexplicable que, después de tantos años de bonanza, las cosas estén así. Lo que sucede es que, a lo largo del tiempo, el Frente Amplio aumentó los gastos al barrer. Se jugó siempre al límite por la vía del famoso espacio fiscal que no era otra cosa que el plus de endeudamiento tolerable para el país. Cada año se verificaba la lucha por ver cómo se repartiría el espacio fiscal, lo que no significó otra cosa que pan para hoy y hambre para mañana. Porque, después de tantos años, al pasar raya y analizar los diferentes contenidos de los presupuestos y rendiciones de cuentas, nos encontramos con que nada sustancialmente cambió en el Estado. O, por lo menos nada cambió en proporción a la inyección de recursos que se realizó. No se estableció una contrapartida entre recursos y mejora de la gestión.

Al mismo tiempo, se viene operando un proceso de privatización que ni el más soñador de los liberales habría imaginado. Y, es así entonces, que funciones y actividades tan disímiles como vender supergás o administrar el Estudio Auditorio se realizan en el marco del Derecho Privado. Proliferan sociedades anónimas, institutos, agencias, y fideicomisos que sirven tanto para construir escuelas como para administrar los bienes de un ministerio, o los recursos originados en la cooperación internacional. Todo esto se hace sin conocimiento ni control del Parlamento, de la Oficina Nacional del Servicio Civil, y del Tribunal de Cuentas. Paradojalmente, no se escuchan protestas de la central obrera ante esta situación, pero sí reiteradas apelaciones al “neoliberalismo de los 90”.

En estos años, ni se obtienen mejores resultados ni tampoco mejoró la manera de gestionar el Estado; salvo en lo que hace a la administración tributaria. Sea que se piense en infraestructura, Educación, Salud, Seguridad, Medio Ambiente, Desarrollo Social, Defensa Nacional, etc. el resultado es deficitario. Claro está que se podrá señalar esta o aquella obra: se hizo tal o cual escuela o carretera, se instaló tal servicio, pero son excepciones que confirman la regla. Capítulo aparte mere- ce la gestión de los entes autónomos y servicios descentralizados con resultados bien conocidos, así como los inventos al estilo del Fondes y su “vela prendida al socialismo”.

Los expertos dicen que los presupuestos son “la expresión numérica de las políticas, planes y estrategias”. Considerados así, los presupuestos y rendiciones de cuentas del FA muestran la ausencia de una mirada seria y decidida a comenzar a generar las transformaciones que todos los uruguayos sabemos necesarias y que, históricamente, solo el Partido Nacional ha sido capaz de realizar.

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Gustavo Penadés

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