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Sueños y pesadillas

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En los últimos cincuenta años, el sueño más famoso es el que evocara el líder Martín Luther King en un discurso pronunciado el 28 de agosto de 1963 en la ciudad de Washington. Acompañado por más de 200.000 manifestantes, reclamó al Congreso el respeto de los derechos civiles de los negros en toda la Nación, en una pieza oratoria donde comenzó expresando: "Yo tengo un sueño..." Es el nunca olvidado "I have a dream".

En el otro extremo de esa línea, merece calificarse como el más lamentable uno que acaba de ver cumplido la Ministra de Desarrollo Social de nuestro país, con motivo de su reciente viaje a Cuba, lo que representa, dijo, no sólo "el sueño" de reforzar los lazos de amistad, sino de lograr, además, "nexos de cooperación que permitan favorecer a ambos pueblos". Da pena comprobar que su sueño haya estado referido a un país dominado hace más de cuarenta y siete años por un Dictador, donde no se respetan los derechos humanos. Y con un pueblo que no puede expresarse.

Por eso, no tiene tampoco desperdicio otra frase en la que expresó: "Todo el Continente está transformándose, cada país a su modo, porque la historia la hacen los pueblos, y ellos la hacen de acuerdo a sus herramientas y a la correlación de fuerzas". (?) Olvidó agregar que los cubanos carecen de toda posibilidad de recurrir a una herramienta democrática para expresarse.

Por eso, más que un sueño, debe considerarse una pesadilla.

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