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Mentiras veraniegas

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En lo que parece ser una gran temporada veraniega, la sensatez de algunos jerarcas del gobierno se ha ido de vacaciones.

En lo que parece ser una gran temporada veraniega, la sensatez de algunos jerarcas del gobierno se ha ido de vacaciones.

Da la impresión de que a falta de resultados concretos de gestión para lucir y con encuestas que muestran niveles de aprobación inusualmente bajos, es necesario retomar la iniciativa y presentarse en los medios con un discurso auto- complaciente, evocando un país de maravillas, por más que los fundamentos sean ciertamente muy frágiles.

No vamos a elaborar aquí un catálogo pormenorizado de las expresiones volcadas en lo que va de la temporada estival por distintos jerarcas del gobierno. Como para muestra basta un botón, nos referiremos a dichos de la ex ministra de Salud Pública y actual presidenta del Directorio de ASSE, la Dra. Susana Muñiz. Estos fueron proferidos el día 13 de enero pasado en un conocido programa radial.

Consultada acerca de la situación actual del Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS), Muñiz dijo: “Capaz que los más jóvenes no saben, pero existió una época en nuestro país no hace tantos años donde la gente tenía atención a la salud solo si podía pagarla, eso ya no sucede”, y destacó que la cobertura hoy es al 100% de la población. Es probable que los jóvenes no supieran eso que dijo la ministra. El problema es que los que ya no somos tan jóvenes sabemos positivamente que eso es falso. El sonsonete fundacional de los gobiernos frenteamplistas no puede resultar más grotesco que en esta área, puesto que la cobertura que Salud Pública da a la población de menores recursos no comenzó en marzo de 2005 ni resultó de los cambios derivados de la creación del SNIS en el año 2007.

Tampoco el Fondo Nacional de Recursos, la cobertura de salud de Disse -núcleo sobre el cual se ancló la reforma de la Salud del 2007-, las policlínicas barriales, los servicios de sanidad Militar y Policial, los servicios universitarios, todos los cuales cubrían a poblaciones que no hubiesen podido hacer frente a sus gastos de salud.

La pregunta del periodista, sobre cuál es la situación del Sistema Nacional Integrado de Salud merece, de parte de los jerarcas, respuestas que vayan al punto y no meras consignas que la realidad de los hechos no sostiene mínimamente.

La llamada Reforma de la Salud va en camino de cumplir su primera década. La incorporación de todos los colectivos al sistema fue completada en julio de este año y ya sabemos aproximadamente cuánto le cuesta el sistema a sus contribuyentes directos, aquellos que ven detraído de sus remuneraciones los aportes correspondientes y aquellos que financian con sus impuestos el déficit que -no por circunstancias sino por diseño- se genera anualmente.

En puridad el SNIS se diseñó con un déficit estructural creciente en el tiempo apostando a que el aumento de la recaudación permitiese financiarlo, especialmente cuando los crecientes contingentes de pasivos fueran incorporados.

El abultado déficit ya lo tenemos y alcanzará su máximo esperado a finales de este año. El ajuste fiscal por entregas también está entre nosotros. Ahora falta que, con datos y argumentos serios, las autoridades le rindan cuentas a la sociedad acerca de qué fue lo que obtuvimos a cambio.

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Fanny Trylesinski

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