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¿Y si la CIA tiene razón?

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El informe prevé para los próximos años un mayor descontento social por causa de futuros problemas económicos inevitablemente ligados al cambio de modelo de crecimiento chino, que afectará la demanda internacional de productos primarios exportados por la región.

En enero se publicó la última versión, que es la sexta ya, del informe que llevó por título "Global Trends: Paradox of Progress", de la National Intelligence Council (NIC) de Estados Unidos. No es la CIA, pero sí se trata de una agencia que reflexiona sobre el largo plazo estratégico y brinda información al director de inteligencia estadounidense.

La investigación previa abarcó 35 países en los que fueron consultadas más de 2.500 personas de horizontes completamente diferentes. Si bien es un informe que piensa la perspectiva internacional en el largo plazo, hacia el 2035, centra mucho su análisis en lo que pueda ocurrir en el próximo quinquenio. Así las cosas, las perspectivas anunciadas por la inteligencia estadounidense no son catastróficas en sí, pero en algunas dimensiones pueden ser muy preocupantes.

Prevé para los próximos cinco años un aumento de tensiones entre los países y dentro de los distintos países. Señala que la perspectiva de Estados Unidos como única gran potencia, abierta luego del final de la Guerra Fría, está terminada, y seguramente también lo esté el orden que emergió luego de la Segunda Guerra Mundial.

Si bien augura que los Estados serán importantes en las relaciones internacionales del futuro, también apunta a que será cada vez más difícil pensar en un sistema internacional único. En definitiva, hay una perspectiva cada vez más cierta de que se terminen conformando distintos bloques o círculos de influencia en torno a grandes potencias: Rusia, China, el propio Estados Unidos, y de alguna forma, si logra salir adelante unida, la Unión Europea.

En este esquema general, los Estados enfrentarán en los próximos cinco años una reestructuración económica internacional con largos períodos de crecimiento lento o incluso nulo, lo que pondrá en tela de juicio tanto los modelos tradicionales de prosperidad económica como la convicción sobre la extensión de la globalización internacional.

Habrá por otro lado tensiones entre países, sobre todo en las regiones en las que se encuentran los límites de influencias de las grandes potencias. En los casos chino y ruso en particular, tanto Moscú como Pekín tendrán mayores dificultades para mantener la estabilidad social al interior de sus territorios.

Finalmente, los gobiernos tendrán mayores dificultades en general para satisfacer las crecientes demandas de sus sociedades civiles que han avanzado en estos años en su nivel de información y desarrollo económico. Es previsible pues que se abra una brecha en el plano internacional y que allí ganen protagonismo actores no estatales, como regiones, ciudades, e incluso actores privados sociales y económicos con cada vez mayor peso.

En lo que refiere a Sudamérica, el informe prevé para los próximos años un mayor descontento social por causa de futuros problemas económicos inevitablemente ligados al cambio de modelo de crecimiento chino que afectará la demanda internacional de productos primarios exportados por la región. Como en el caso de África, Sudamérica sufrirá esa baja de demanda china y también la perspectiva de un precio del petróleo deprimido a futuro.

Por otro lado, las nuevas clases medias, que accedieron a mejoras importantes en esta década de bonanza, serán protagonistas de tensiones sociales que, según el informe, podrán incluso generar cambios de régimen político. La ciudadanía se quejará así, sobre todo, de la enorme corrupción que afecta a los gobiernos de los países del continente.

"El riesgo de desestabilización mayor en Venezuela, la explosión de la producción de coca en Colombia que alimenta la criminalidad en América Central y en México, y el enraizamiento del tráfico de droga y del crimen organizado aumentan las amenazas para la seguridad del continente". Todo esto será "cada vez más preocupante" para los países latinoamericanos, afectando incluso su estabilidad institucional.

Finalmente, todo este escenario regional se dará en un contexto en el que, para la NIC, "el peso geopolítico de Latinoamérica en el tablero mundial será marginal en los próximos años". Es decir: se prevén dificultades sí, pero en una región que no será clave en la escena mundial.

Seguramente para quien esté al tanto de la realidad internacional, nada de lo que señala este informe sea demasiado novedoso ni brille por lo original. Sin embargo, vale la pena prestarle atención, tanto por su amplitud y profundidad como porque nos brinda una visión del mundo calificada e influyente desde la primera potencia militar y económica mundial.

EDITORIAL

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