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Volando bajo

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EDITORIAL

La facilidad con que algunos altos dirigentes del Frente Amplio se sumaron a las mentiras contra el futuro Director de la Oficina de Presupuesto, Isaac Alfie (un intachable profesional de sólida trayectoria que fue un excelente ministro de Economía en tiempos difíciles para el país) por su presencia en el juicio que Aratirí sigue al Estado uruguayo es preocupante.

Es una clara señal de que un buen relacionamiento o una oposición con altura y dignidad va a ser muy difícil y que están dispuestos a utilizar cualquier método para obstaculizar, torpedear y ensuciar al gobierno de Lacalle Pou y la coalición republicana. Empecemos por el principio.

A mediados del 2018 se conoció la existencia de una demanda por 3.356 millones de dólares contra el Estado uruguayo presentada por Ritika Metha, Vinita Argawal y Prenay Argawal, inversores de Aratirí, ante la Comisión de Arbitraje Permanente de La Haya. Aratirí, de origen indio, había presentado un ambicioso proyecto para la explotación de la mina de Valentines en 2011 (gobierno de Mujica) y tras ello, se aprobó una ley de minería con los votos frenteamplistas en el Parlamento.

El contenido de esa demanda solo fue conocido por el estrecho círculo de la Torre Ejectiva. El gobierno de Vázquez consideró que los ciudadanos no estaban preparados para enterarse de los reclamos que venían desde afuera. Una sentencia de Primera Instancia a raíz de una demanda (presentada por el abogado Gustavo Salles) en el marco de la ley de Acceso a la Información Pública fue apelada -enero de 2019- y antes de la sentencia definitiva el gobierno logró que el Tribunal Internacional decretase su “confidencialidad”, con lo que cerró a cal y canto la posibilidad de saber de qué se trata. El secretismo, el que nadie se entere, fue una de las características de los gobiernos del FA. Y la falta de información veraz da pie al engaño y a la manipulación. Así gobernaron y así se van.

En abril de 2019 un estudio jurídico le solicitó al contador Alfie un informe técnico, en su carácter de experto, sobre la historia y funcionamiento de los regímenes de inversiones en Uruguay a partir de 1974 para ser presentado ante el Tribunal y, meses después, ese Tribunal citó a Alfie para hablar sobre su informe. No como testigo, ni de parte ni de nadie. Solo en su carácter de experto. Como explicó el mismo Alfie, “el informe no trata ni se expide sobre el fondo de la controversia, ni sobre una eventual violación del Tratado, ni sobre la existencia o monto de eventuales daños. Describe la evolución del régimen de promoción de inversiones, los beneficios fiscales disponibles y los sectores de actividad contemplados”. Y si no puede hablar más, es porque existe la “confidencialidad” que pidió el gobierno uruguayo.

Entonces, ¿cuál es el motivo de la operación enchastre lanzada por el Frente Amplio a través de las redes que lo califican prácticamente como un traidor a la patria? ¿Por qué los altos dirigentes del FA también avivan la hoguera de la infamia?

Dejemos las redes, vayamos a ellos. La vicepresidente de la República, Lucía Topolansky, en declaraciones a Televisión Nacional del Uruguay (TNU) señaló que la empresa litigante contrata técnicos del país acusado “para que la defiendan”, y que ese es el caso de Alfie. “Ahora da la casualidad de que va a ser responsable, además de parte de las finanzas del país. No me cierra, es oscuro. La actitud de Alfie es, por lo menos, oscura”. Y bueno, si vio el título de Sendic y le pareció macanudo, ¿qué le cuesta ver oscura la actitud de Alfie? Pero, de paso ¿no le parece oscuro todo el proceso de Aratirí que incluyó, nada menos, que un planteo de asociación con el Estado uruguayo del entonces presidente Mujica?

Carolina Cosse, candidata a lo que venga, también aportó lo suyo: “Debe renunciar”. Y con la misma seriedad con que considera que ni Cuba ni Venezuela son dictaduras señaló que “la ética no solo se habla, sino que se construye”. Hasta parece una frase de Maduro.

Y también el impar Javier Miranda, presidente del Frente Amplio, que siguiendo las enseñanzas de Cosse también fue por la ética y la política. Todos movilizados en una conmovedora cruzada para atacar a un punto alto del gobierno de Lacalle Pou.

El nuevo gobierno aún no asumió. Lo hará recién el 1° de marzo. Al FA le conviene reflexionar sobre cuál va a ser su actitud durante los próximos años. Está bien que haga oposición, pero perder el tiempo en tonterías que surgen en la inimputabilidad de las redes, las falsedades, o la deliberada confusión de conceptos, son señal de un vuelo muy bajo que no le hace bien a la política, y mucho menos al Uruguay.

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