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Visión equivocada

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Hay una lectura política que cree que la coalición republicana que gobierna al país está deshilachándose, o que está en crisis, porque aparecen ciertos protagonismos partidarios o sectoriales que la pondrían en tela de juicio. 

Es una lectura que está extendida sobre todo entre los analistas afines a la izquierda. Y está equivocada.

La idea de que la administración de Lacalle Pou tendría dificultades para gobernar no es nueva. Se inicia al menos hace más de un año, en plena campaña del balotaje, cuando gran parte de los analistas y dirigentes de izquierda decían que como el Partido Nacional no había alcanzado el 30% de los votos en las elecciones de octubre, más valía apoyar al candidato Martínez porque era el único capaz de garantizar la estabilidad institucional.

Hoy, que sabemos en qué devino Martínez y que constatamos lo bien que enfrentó el gobierno de Lacalle Pou los desafíos de la pandemia mundial, ese argumento de campaña izquierdista resulta del todo ridículo. Sin embargo, la idea de que hay problemas de gobernabilidad se mantuvo a lo largo de 2020. En cada oportunidad que hubo que negociar en el Parlamento entre los distintos partidos que conforman la coalición republicana, o cada vez que se planteó un matiz entre los socios de gobierno, aparecieron los agoreros del desastre señalando que estamos al borde del caos democrático.

A pesar de esta partidista e interesada visión, la verdad es que las principales medidas de gobierno han contado con mayorías parlamentarias sólidas. No hubo ninguna crisis ministerial seria -salvo la del ex-ministro Talvi, que en una decisión personalísima renunció también a la actividad política en general-, ni faltaron los votos en el Parlamento para conformar mayorías que respaldaran a los ministros cuando hubo que hacerlo, o para votar leyes importantes como la ley de urgente consideración o la que corrió las elecciones municipales para setiembre.

Hay un Ejecutivo multipartidario que trabaja bien y coordinadamente, que hay una mayoría parlamentaria que está aprobando las leyes importantes del período sin mayores traumas, y que hay por tanto un gobierno estable en el país.

El problema de los análisis izquierdistas es que ven todo el tiempo crisis políticas, con los 15 años de gobiernos del Frente Amplio (FA) perdieron noción de las virtudes y las características propias de la negociación partidaria pluralista. En efecto, como en el FA las transacciones importantes no eran parlamentarias sino internas de esa coalición, y como el FA no precisaba votos de otros partidos para alcanzar mayorías, la izquierda parece haber olvidado que lo propio de la democracia es la negociación entre actores que no piensan igual y que alcanzan consensos partidarios cediendo mutuamente posiciones. Y eso se hace en el Parlamento.

Creer que, porque hay matices y diferencias entre colorados y cabildantes, entre blancos y cabildantes, entre blancos y colorados, o entre algunos de esos tres partidos y el Partido Independiente o el Partido de la Gente estamos al borde de la ruptura de la coalición de gobierno, es realmente no haber entendido nada del nuevo tiempo político que se abrió en el país con la coalición republicana y la presidencia de Lacalle Pou.

La verdad es que aquí hay dos bloques y sólo dos bloques: el FA por un lado, y la coalición republicana por el otro. El futuro presidente saldrá de uno de esos dos bloques en 2024. Y en particular en el oficialismo, ninguno de los liderazgos sectoriales o partidarios que lo conforman puede llegar a pensar en su sano juicio, que puede alcanzar a ser presidente en 2024 si se dedica a tirar piedras al gobierno actual, o a poner escollos en el camino reformista que se acordó en noviembre de 2019 y que es la base de la mayoría popular que sigue sosteniendo a esta administración.

Plantear matices o discrepancias es sano, es natural y es lo propio de la democracia. Cada uno lo hace a su manera, y eso no impide que, cuando llega el momento, se terminan de negociar esas diferencias y se logran acuerdos que permiten gobernar con sólidas mayorías parlamentarias y políticas.

Si se sale de la histeria analítica izquierdista, que desea secretamente que la coalición republicana se rompa para así poder señalar que lo único responsable en el sistema de partidos es el FA, la verdad es que se podrá constatar, sin ira y con estudio, que hay un Ejecutivo multipartidario que trabaja bien y coordinadamente, que hay una mayoría parlamentaria que está aprobando las leyes importantes del período sin mayores traumas, y que hay por tanto un gobierno estable en el país.

Hay que dejar de lado la visión catastrofista que quiere imponer la izquierda. El país tiene gobierno firme y mayoría parlamentaria que lo respalda.

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