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Otra vez el curro del Fondes

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El Fondes (Fondo para el Desarrollo) siempre fue una pésima iniciativa. Desde 2011 hemos mostrado aquí distintos ejemplos de cómo ha sido utilizado por el Frente Amplio para financiar y ayudar, sin ningún criterio de responsabilidad fiscal, a proyectos económicos que no eran rentables, malgastando así las ganancias del Banco República. A inicios de 2014, sus pérdidas superaban los 70 millones de dólares.

Al inicio de esta Administración Vázquez, una parte de la izquierda, consciente de estas pérdidas millonarias, anunció que había que cambiar de rumbo. Bernini, el nuevo administrador del Fondes, decidió que cerca del 70% de los capitales prestados por su organismo a ocho empresas, que fueron las que más concentraron la recepción de préstamos, fueran pasados a pérdidas. De esta forma se sinceraban los números por razones de “buena administración” y podía iniciarse una nueva etapa.

Hasta aquí, los optimistas de siempre que creen en la buena voluntad de una izquierda más responsable, distinta del mujiquismo, pueden entender que el vazquismo llegó al área del Fondes y se ocupó de poner orden. Pero el problema para esos optimistas es que eso no es verdad. Simplemente, el curro del Fondes ahora es más sutil y ha tomado mecanismos más discretos.

Por un lado, con la intención de seguir ayudando emprendimientos cuya viabilidad sigue estando en tela de juicio, el Fondes ha decidido comprar inmuebles para que esas empresas compañeras puedan arrendarlos. De esta forma, por ejemplo, el Fondes se está planteando comprar la planta industrial de la ex Metzen y Sena en Empalme Olmos.

Desde el punto de vista contable hay una diferencia, claro está. Para que no queden dudas, un reciente decreto definió que no se considerarán apoyos del Fondes las adquisiciones inmobiliarias de este tipo. Con este nuevo mecanismo entonces, el Fondes no presta plata a una empresa que no logra equilibrar sus cuentas y crecer, sino que se compra para sí mismo un bien inmueble y decide arrendárselo a esa empresa. Si esta se termina fundiendo, al menos el inmueble queda en el patrimonio del Fondes (junto al casi seguro clavo del arrendamiento impago incluido).

Por otro lado, el Fondes está procurando que el Estado sea el que compre los productos de los emprendimientos cooperativos a los que ha ayudado financieramente. Bernini ha señalado incluso que buscará llevar adelante un cambio normativo para que las compras públicas tengan un porcentaje mínimo o un puntaje preferencial que permitan a estas empresas cooperativas competir con más posibilidades que otras en las licitaciones del Estado. De esta manera se podría asegurar cierto acceso elemental a un mercado seguro como es el del Estado y cierto piso mínimo de ventas, para dar viabilidad a empresas que en realidad son inviables y que han sido ayudadas por el Fondes.

Para llevarlo al ejemplo de la ex Metzen y Sena, no solamente el Fondes quiere comprar el inmueble donde se produce la vajilla, sino que también procurará que el Estado prefiera comprar los platos y las tazas Olmos, para dar viabilidad a este emprendimiento. El mecanismo de apoyo se hace así más sutil: ya no es el préstamo financiero fácil de la época del mujiquismo, sino que ahora todo el Estado debiera de terminar comprando un producto más caro, o menos bueno que el ofrecido por los competidores de las empresas/Fondes.

La astucia del mecanismo es que la ayuda estatal se disuelve en varias dependencias que serán las que terminen comprando un producto menos eficiente con tal de darle una manito a la empresa Fondes-amiga.

El Fondes sigue siendo un curro. Es cierto que ya no tira el dinero en un barril sin fondo como en tiempos de Mujica. Ahora lo que hace es comprar inmuebles que terminarán siendo clavos invendibles a buenos precios si se funde la empresa ayudada. Porque, ¿quién querría comprar un predio para producir algo que no es rentable? Y lo que hace también al procurar favorecer a las empresas/Fondes en las licitaciones estatales, es perjudicar a las empresas que sí funcionan bien, pagan sus impuestos y son rentables. Porque ellas enfrentarán una competencia desleal al momento de procurar ganar una licitación del Estado, ya que los organismos públicos deberán ver con mejores ojos los productos ofrecidos por las empresas compañeras ayudadas por el Fondes.

Pasan los años y se confirma que el Fondes es un curro. Con mujiquismo o con vazquismo, lo único que parece cambiar es la argucia de los mecanismos para currar.

EDITORIAL

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José MujicaEditorialFondes

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