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Los verdaderos dueños de AFE

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Con su reciente desplante a los ingenieros finlandeses de UPM el gremio de AFE volvió a demostrar quién tiene el poder dentro de un ente que pierde 20 millones de dólares anuales y transporta menos carga que nunca.

Que no lo sepan en Finlandia" fue el título de una nota publicada un mes atrás en esta página. Se narraba allí el caso de los 156 cruceristas que contrataron un tren de la Asociación de Amigos del Riel para ir a Joanicó a visitar bodegas y que no pudieron viajar porque el gremio de AFE les hizo un paro a último momento.

Justo entonces Tabaré Vázquez y su comitiva se dirigían a Finlandia para convencer a UPM que Uruguay tendría su infraestructura lista —vías férreas y trenes incluidos— para la instalación de una tercera planta de celulosa. Aquella fue una mala e inoportuna señal enviada por la Unión Ferroviaria (UF), el gremio de funcionarios de AFE que resisten desde hace más de una década todo intento de cambiar el ente.

Si en Finlandia no se enteraron en aquel momento ahora la evidencia les rompió los ojos. Días atrás, un grupo de ingenieros ferroviarios de la papelera finlandesa vino a nuestro país a inspeccionar el estado de las vías férreas existentes entre Paso de los Toros y Montevideo. Llegaron con el instrumental adecuado para hacer la revisión y contrataron al efecto una locomotora, pero a último momento su misión se truncó por que la UF decretó un paro sorpresivo de cuatro horas. Si bien los finlandeses resolvieron esperar, quedaron atónitos cuando cumplido ese plazo el gremio extendió la medida por más horas.

Frustrados, los ingenieros de UPM tomaron el avión al día siguiente con destino a Helsinki.

Este es un capítulo repetido de una vieja historia en la cual un pequeño sindicato de poco más de 500 integrantes demuestra que se ha adueñado de una empresa pública en la que se puede hacer solo lo que los sindicalistas quieren. Opuesta a la creación de Servicios Logísticos Ferroviarios (SLF), una entidad encargada de la gestión de los trenes regida por el derecho privado, la UF, en su intento por frenarla, ha apelado a todos los medios, algunos de ellos bordeando el ilícito. Basta ver en las inmediaciones de la vieja estación central en dirección a Capurro las paredes pintadas con leyendas infamantes contra el directorio de AFE y contra los pocos conductores de locomotoras y funcionarios que aceptaron integrarse a SLF.

Después del desplante a los finlandeses la UF salió a defender su decisión de parar y a decir que no tienen nada contra el proyecto de UPM. Algo similar habían hecho un mes atrás al disculparse con los cruceristas diciendo que el problema no era con ellos. Su problema, claro está, es con la renovación de AFE que incluyó la creación de la operadora SLF y un programa para gestionar con mayor eficiencia a un ente estatal que pierde anualmente 20 millones de dólares y que en 2016 llegó a su mínimo histórico en materia de transporte de carga.

Un ente en el que ahora se cifran grandes esperanzas ligadas a la nueva apuesta que UPM estaría dispuesta a hacer siempre que se le asegure una infraestructura adecuada para poder trasladar su producción desde el interior del país al puerto de Montevideo. En tal sentido el transporte ferroviario resulta esencial como se lo reiteraron a Vázquez los directivos de esa empresa durante su encuentro de febrero en Finlandia. Para poner en condiciones el sistema ferroviario nuestro país debe hacer una inversión de 500 millones de dólares, para lo cual se busca financiación.

Esta operación tan ambiciosa está conducida por el ministro de Transporte y Obras Pública, Víctor Rossi, quien ya intentó, sin éxito, modernizar AFE durante su anterior actuación al frente de esa cartera en el período 2005-2010. La UF frenó el intento privatizador del primer gobierno de Tabaré Vázquez sin que el ministro Rossi pudiera hacer mucho al respecto más allá de pronunciar algunos discursos con anuncios que, obviamente, no se cumplieron. Da la impresión que ahora pasa algo parecido pues en 2015 el ministro de Transporte había anunciado un "volcán de obras" para este año, lo que incluía a AFE, y ahora declara que las obras empezarán recién en 2018, es decir, transcurrido más de la mitad de este período de gobierno.

Aunque fue acertada la idea de los tres gobiernos del FA de dividir AFE en dos áreas, una pública y otra privada, es claro que la resistencia del sindicato ante esa política innovadora es una traba que nunca pudieron superar. Situaciones de este tipo, de predominio sindical sobre las decisiones oficiales, son comunes en nuestro país desde que gobierna la izquierda. Sin embargo, el caso de la UF, dueña y señora del decadente sistema ferroviario nacional, es único.

Los de UPM, que lo sufrieron en carne propia, ya se enteraron.

EDITORIAL

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