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Una ventana de oportunidad

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La noticia de que el año fue el más cálido desde que existen registros debería impulsar los esfuerzos para mitigar el cambio climático. La temperatura promedio de la superficie terrestre y oceánica durante el período enero – noviembre del año pasado fue la más alta desde 1880.

En el caso de Austria, el mes de noviembre pasado fue el más cálido desde que se estableció un sistema nacional de registro de temperaturas, en 1767; lo mismo sucedió en Suiza, cuyos registros se remontan a 1864, y en el Reino Unido (1910). Australia tuvo su primavera más calurosa en más de un siglo y Alemania experimentó su otoño más cálido en 134 años, desde que ese país comenzó a registrar las temperaturas.

No nos encontramos ante un año excepcionalmente caluroso, sino frente a una tendencia causada por el incremento de las emisiones de gases de invernadero a la atmósfera parece haber penetrado en la conciencia de los gobiernos. Como lo sugieren cuatro acontecimientos clave que tuvieron lugar durante el año 2014.

En junio, la Agencia de Protección del Medio Ambiente de los Estados Unidos (EPA) propuso nuevas reglas para reducir las emisiones a la atmósfera de CO2 que realizan las plantas generadores de electricidad. Las usinas eléctricas que utilizan carbón son la principal fuente de emisiones de CO2 de ese país.

En noviembre, los presidentes de China, Xi Jinping, y de los Estados Unidos, Barack Obama, anunciaron que aumentarán su cooperación bilateral para enfrentar el cambio climático. El presidente Obama dio a conocer el nuevo objetivo de reducir las emisiones netas de gases de invernadero de su país entre 26-28 % por debajo de los niveles del año 2005, para el año 2025.

Por su parte, el presidente chino informó que su país procurará que el nivel máximo de emisiones de CO2 sea alcanzado en torno del año 2030 y que se incrementará la proporción de los combustibles no fósiles en la oferta total de energía.

El acuerdo es importante porque los dos países suman el 40% las emisiones totales de gases de CO2 a la atmósfera y ejercen un considerable liderazgo en la comunidad internacional.

Los presidentes reconocieron que el cambio climático es "una de las principales amenazas que enfrentan a la humanidad", señalaron que "la seriedad del desafío determina a las dos partes a trabajar constructivamente por el bien común" y se comprometieron a conseguir "un ambicioso acuerdo en el 2015", es decir en la XXI Conferencia sobre el Cambio Climático que tendrá lugar en París.

Una innovación significativa del comunicado conjunto fue que los dos países reconocieron que aquel acuerdo deberá reflejar el principio "de las responsabilidades comunes pero diferenciadas y capacidades respectivas, a la luz de las diferentes circunstancias nacionales". Una frase complicada pero que tiene una considerable importancia jurídica porque significa cambiar uno de los fundamentos del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

En septiembre tuvo lugar la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático convocada por el secretario General de las Naciones Unidas con el objetivo de revivir el proceso de negociación que deberá culminar en París a fin de este año.

En la conferencia, se reconoció que el cambio climático es un tema decisivo en nuestra época y en que se necesita una acción decisiva para reducir las emisiones y aumentar la resiliencia.

Finalmente, en el mes de diciembre sesionó la XX Conferencia sobre Cambio Climático de Lima, Perú, con el fin de preparar el texto básico para la conferencia de París. Los negociadores de 196 países se enfrentaron, discutieron y finalmente acordaron un documento de compromiso.

Quizás uno de los avances más importantes fue haber incorporado en la declaración final el principio de la responsabilidad común, pero diferenciada, que había sido adoptado en el comunicado conjunto de los presidentes de China y los Estados Unidos.

La próxima etapa será la XXI Conferencia sobre Cambio Climático que tendrá lugar entre el 30 de noviembre y el 11 de diciembre, en París. Antes de esa fecha se conocerá la nueva encíclica del papa Francisco sobre la creación y el medio ambiente.

Quizás, como fruto de los datos científicos y los esfuerzos políticos, la comunidad internacional podrá ponerse de acuerdo en actuar realmente para enfrentar tan vital desafío.

Editorial

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