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Una "velita" de US$ 70 millones

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El fracaso del fomento de la autogestión obrera por parte del Fondes con sus préstamos a cooperativas a fondo perdido, debe servir como lección para reencauzar el sistema hacia empresas viables y eficientes.

Prácticamente no paga nadie". La frase pertenece a Gustavo Bernini, presidente del Instituto Nacional del Cooperativismo (Inacoop) que administra parte de aquel Fondo de Desarrollo (Fondes) creado años atrás por José Mujica para fomentar la autogestión obrera. Quienes no pagan son las cooperativas formadas a partir de empresas fundidas que recibieron créditos generosos por un monto que, incluyendo a Alas U, alcanza los 70 millones de dólares. Una cifra de las pérdidas cuya magnitud da la medida del fracaso inicial del Fondes.

Ese es, por ahora, el costo de "la velita prendida al socialismo" como solía decir Mujica, partidario de la autogestión porque es un sistema en donde "los hombres pueden llegar a ser patrones de sí mismos" dado que "es injusto que siempre deban trabajar para otro". Sobre esas consignas que evocan las más rancias ideas anarquistas en 2011 se instituyó el Fondes con recursos procedentes de las utilidades del Banco República. Su desarrollo hasta 2015 fue, por decir lo menos, caótico e irresponsable, como lo demuestra que casi todos los emprendimientos están empantanados o van barranca abajo sin perspectivas de devolver el dinero prestado.

Con el cambio de gobierno en 2015 y a la vista de una situación económica más complicada que la de años anteriores, el gobierno de Tabaré Vázquez decidió poner orden en el tema y frenar esa sangría de recursos dilapidados en nombre de la dichosa "velita". Fue así que se aprobó la ley 19.937 de agosto de ese año que dividió el Fondes en dos partes. Una, dedicada a promover las pymes. Otra, manejada por el Inacoop, para financiar cooperativas, empresas autogestionadas y emprendimientos de "economía social y solidaria".

Al frente de Inacoop, el exdiputado socialista Gustavo Bernini se las ve en figurillas para redireccionar el Fondes y convencer a quienes golpean a su puerta que se trata de un fondo que "presta plata, no subsidia". Según declaró en una entrevista de prensa "no puede el Estado indefinidamente dar plata porque no es justo con otros trabajadores". Para las cooperativas de trabajadores de empresas quebradas como Funsa, Cristalerías del Uruguay, Metzen y Sena o Paylana, por citar algunos grandes deudores del Fondes, ese dinero que les llovió en tiempos de Mujica lo tomaron como un subsidio y en la práctica olvidaron devolverlo, aunque fuera en pequeñas cuotas. Bernini quiere terminar con esa situación en donde ninguno de los beneficiarios amaga siquiera a reintegrar algo.

Esa es la dirección correcta. El país no puede seguir derrochando dinero en empresas cuya finalidad principal es dar empleo a trabajadores cesantes o fomentar industrias cuya obsolescencia o falta de mercados impiden su rentabilidad. La retórica de la autogestión puede sonar muy bella en los oídos de los trabajadores, pero a la hora de la verdad lo que importa es si estas cooperativas —tan publicitadas en ciertos ámbitos de izquierda en donde se las llegó a presentar como exitosas— trabajan de forma efectiva en áreas dinámicas y competitivas que les aseguren un futuro promisorio.

El Fondes no puede continuar siendo un mecanismo para retrasar la muerte de proyectos inviables con la consiguiente frustración de los trabajadores implicados y el aumento de las pérdidas que después soportará la sociedad en su conjunto, como esos 70 millones volcados entre 2011 y 2014 cuya recuperación se torna imposible.

Analizando las fallas del sistema Bernini explica que una de ellas fue la carencia de trabajadores con capacidad de gestión empresarial. "Todavía no se entiende que, por más que sea un proyecto cooperativo o autogestionario, es una empresa y tiene que salir a vender, tener los costos más bajos y márgenes de ganancia porque de lo contrario no sobrevive", dice el presidente del Inacoop. "Elemental, Watson". Aunque se desdeñen las reglas del capitalismo no hay otra manera de salir adelante que siendo eficientes y haciendo bien las cosas, incluida la autogestión obrera.

A la vista de la mala experiencia acumulada en su primera etapa y del diagnóstico más certero que hacen hoy sus conductores, cabe esperar ahora que el Fondes se reencauce y cumpla con los deberes asignados por la ley 19.337. Para ello es preciso reconvertirlo en una herramienta capaz de ayudar con sus préstamos a empresas viables. Lo que no se puede es concebirlo, tal cual se hizo bajo la inspiración de Mujica, como un instrumento destinado a la utópica experimentación social y también al demagógico y facilongo uso de los fondos públicos para la mayor gloria de los gobernantes de turno.

EDITORIAL

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