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Vázquez en Estados Unidos

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La coherencia no ha sido una de las características principales de los gobiernos del Frente Amplio, que más bien han estado signados por las marchas y contramarchas y las contradicciones más flagrantes. Como esas incoherencias —producto de las diferencias internas y las pujas de poder intestinas que afloran permanentemente en la coalición gobernante— tienen un efecto negativo sobre la marcha del gobierno y por lo tanto del país, es que resultan importantes.

Esta semana ha quedado nuevamente patente esa esquizofrenia frentista en el marco de la gira que el Presidente de la República y parte del gobierno están realizando por Estados Unidos. Entre otras actividades se desarrolló una charla para empresarios norteamericanos en la que se les invitó a invertir en Uruguay.

En el encuentro en la Americas Society, el gobierno expuso ante empresarios y representantes de cámaras locales sobre las ventajas que ofrece nuestro país. Según relató el ministro Astori: "Hicimos una presentación de los planes que tenemos para los próximos años, algunos como parte del propio presupuesto nacional que se está discutiendo en el Parlamento, otros con participación de empresas públicas del Uruguay con participación público-privada".

La iniciativa del gobierno es encomiable y va en el sentido correcto. En un mundo en que más temprano que tarde vamos a ver subir las tasas de interés en los países desarrollados —en particular en Estados Unidos— con el subsecuente freno o reversión en la llegada de capitales al disminuir la liquidez que caracterizó la última década, son necesarios nuevos esfuerzos para lograr captar inversiones.

Si nos quedamos con la foto de Vázquez y Astori sonriendo y explicándole a los yankees que "we are fantastic" estamos dando las señales correctas dentro de un rumbo acertado. Lamentablemente, la película da cuenta de otra realidad. El empresario norteamericano bien informado que pueda estar pensando en realizar alguna inversión en Uruguay seguramente reflexionará: qué rara esta gente que vitupera los acuerdos de libre comercio, que desprecia el TISA para avanzar en la comercialización de servicios sin siquiera negociar y viene acá a pedirnos que vayamos a invertir en ese recóndito país de difícil pronunciación.

Si investiga un poco encontrará que en lo que va del gobierno el Presidente y su ministro de Economía por más que usen corbata y se muestren como paladines del capitalismo global en la tierra de Rockefeller y Soros no gobiernan, y lo que ellos plantean no es respaldado por el partido oficialista, que además viene a tener mayoría parlamentaria.

La actitud que ha asumido la mayoría del Frente Amplio para poner palos en la rueda del crecimiento económico ha sido claramente perjudicial para el país, pero en los tiempos que vienen será sencillamente criminal porque redundará en pérdida de puestos de trabajo y menores salarios para los uruguayos.

El verso anticapitalista y antiglobalización está bien para el Papa Francisco que gobierna un Estado con pleno empleo y 100% de funcionarios públicos, pero para un gobierno que enfrenta la realidad de una economía de mercado que sufre los vaivenes de los flujos de capitales, comerciales y de precios de sus exportaciones, no. La incoherencia de nuestro gobierno la vamos a terminar pagando cara porque al final del día no gobierna la cara amigable al inversor, gobierna la expresión radical-sindical que fija el rumbo con dogmatismos ideológicos y mira la realidad con anteojeras.

Todos los países que han logrado crecer en las últimas décadas han alcanzado algunos consensos claves en materia de inversiones, de inserción internacional y en el manejo de la política económica, en particular. Después si gobierna la izquierda o la derecha le da su acento y determina prioridades, pero hay un cauce común que le permite desarrollar su vida con tranquilidad a los trabajadores y empresarios.

Un país que no logra esos consensos, como Argentina, involuciona en el largo plazo; un país que los alcanzó y los desprecia comienza una debacle, como el Chile de Bachelet; un país con un gobierno bipolar como el de Uruguay donde finalmente gobierna el comité de base de Solymar no tiene chance de prosperar cuando en la economía global se compite contra países que hacen las cosas bien.

En la capacidad de superar este bloqueo está jugada la suerte del país por los próximos cuatro años y seis meses. Mientras Vázquez siga sometido a los radicales solo irá a Estados Unidos a hacer turismo.

Editorial

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