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Las vacunas, China y EE.UU.

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Uruguay salió de la crisis económica del 2002 cuando el presidente Jorge Batlle pidió directamente ayuda al gobierno de Estados Unidos. El Fondo Monetario Internacional había decidido que nuestro país ya no era seguro para prestarle más dinero.

La respuesta del presidente norteamericano fue inmediata y permitió a Uruguay disponer de US$ 1.500 millones para salir del pozo y encarrillar su economía hacia el futuro.

Dos años más tarde, los números de la economía uruguaya comenzaron a trepar y así pudo aprovechar la etapa de mayor bonanza económica que se generó en el mundo. A Batlle lo sucedió Tabaré Vázquez que disfrutó de ese boom, y Estados Unidos mantuvo sus excelentes relaciones con Uruguay, al punto de que Bush visitó nuestro país y poco después ofreció la posibilidad de un Tratado de Libre Comercio que hubiera cambiado nuestra historia de penurias cíclicas.

Pasaron los años y Uruguay y el mundo volvieron a encontrarse inmersos en una feroz crisis, ahora sanitaria, a causa de la pandemia provocada por el Covid. La única posibilidad de salir estaba y está depositada en la vacunación masiva de la población, pero todos los países de todos los continentes están en la misma situación: 7.000 millones de seres humanos buscando lo mismo.

El presidente Lacalle Pou tomó el teléfono y se puso en contacto con su par de la República Popular China Xi Jinping -con el que ya había hablado en otras oportunidades- “para hacerle un pedido especial de apoyo al Uruguay. Especialmente para posibilitar el acceso a las vacunas”.

La respuesta fue categórica: “China está dispuesta a reforzar la cooperación con Uruguay en la lucha contra el Covid- 19 y ofrecerle apoyo y ayuda epidemiológicos dentro de nuestro alcance”. Y de pique se acordaron 1.750.000 dosis de la farmacéutica china, la Sinovac, sin participación alguna de intermediarios.

En este panorama, diáfano y claro, el gobierno recibió días pasados a Juan González, principal asesor del nuevo presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, para América Latina en una señal de que ese país quiere colaborar en materia económica y de seguridad con esta parte del mundo. Bienvenido este cambio de política del gigante del Norte, de la misma manera que fue muy bienvenido el triunfo electoral de Biden y la derrota de ese insoportable (para empezar) populista que es Donald Trump. Pero más allá de la tradicional buena relación con aquel país y hasta las similitudes de regímenes políticos basados en los principios democráticos, se debe tener claro que en los vínculos entre naciones, la simpatía o antipatía debe dejar su lugar a la defensa de los intereses de cada uno. Y se debe actuar de esa manera.

No es de recibo así la crítica que formuló el señor Juan González a los medios al afirmar que “China (y Rusia, que poco interesa por el momento) lo que hacen es un mercantilismo de vacunas para conseguir beneficios políticos”. Más allá de que luego remarcó que la prioridad de los países debe ser las vacunaciones, el mensaje fue muy claro.

De la misma manera que Uruguay recibió el apoyo de los Estados Unidos en el 2002 para salir de la crisis económica, ahora recibió el apoyo de la República Popular China para salir de la crisis sanitaria que tantas víctimas se ha cobrado y sigue haciéndolo.

China es quien respondió rápidamente a los pedidos de ayuda uruguayos para enfrentar el Covid y eso no se critica. Si China busca con eso beneficios políticos, es una cuestión de China, no de Uruguay.

Si China busca beneficios políticos, está en su derecho, defiende sus intereses. Pero, China es quien respondió rápidamente a los pedidos de ayuda uruguayos para enfrentar el Covid y eso no se critica, simplemente se agradece la celeridad y se le paga el precio de cada vacuna, porque en definitiva, si bien nos dio aire, es una operación comercial.

Como si fuera poco China es nuestro principal comprador en el mundo, el mejor socio comercial de Uruguay, así que lo que conviene al país es afianzar ese vínculo porque parece muy beneficioso para los intereses y la suerte de los uruguayos. Y es más, aprovechando la excelente relación del presidente Lacalle Pou (que, obviamente, de comunista no tiene nada) con su colega Xi Jinping, la prioridad de nuestra cancillería debe ser el Tratado de Libre Comercio con el gigante asiático.

El Sr. Juan González puede quedarse tranquilo. Lo único que debe hacer para evitar “el mercantilismo de vacunas con fines políticos” es que Estados Unidos ofrezca a Uruguay todo lo que le ofrece China y si es superior, mucho mejor. El Presidente Lacalle Pou y todos los uruguayos estaremos muy contentos.

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