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Uruguay en el escenario mundial

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Uruguay fue elegido la semana pasada como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU para el período 2015- 2017. Junto con Uruguay fueron electos Japón, Ucrania, Egipto y Senegal.

Los otros cinco países integrantes no permanentes del Consejo que estarán por un año más son Angola, Malasia, Nueva Zelanda, España y Venezuela. Es un lugar que implica una responsabilidad muy grande para nuestra Cancillería.

Vale aclarar de entrada que esa elección no es una consecuencia de la exposición internacional de Mujica, ni es tampoco una iniciativa de estas administraciones frenteamplistas. Se trata de una candidatura que viene de un proceso de largo plazo en el que participaron varias administraciones de gobierno, y que termina dando un muy buen resultado para nuestro reconocimiento en la escena internacional.

Hay una tradición de compromiso con el multilateralismo y con el derecho internacional que brinda a Uruguay credenciales de credibilidad internacional que lo sitúan en este destacado lugar. Pero hay también una política activa de participación en Misiones de Paz, que no es reciente pero que se profundizó en la administración del Partido Nacional entre 1990 y 1995, que hace que hoy seamos el primer país en relación a su población y el décimo en términos absolutos en aportar militares a las Fuerzas de Paz de la ONU por el mundo.

Esa larga tradición de compromiso con el derecho internacional ya había dado a Uruguay la posibilidad de integrar este Consejo de Seguridad en 1965- 1966. Claro está, aquel contexto internacional era muy distinto al actual. El mundo vivía las consecuencias de la Guerra Fría, y los antecedentes de crisis graves para la seguridad internacional incluían, por ejemplo, la crisis de los misiles en Cuba en 1962, cuando se estuvo a punto de llegar a una tercera guerra mundial con armas atómicas de por medio.

Hoy el contexto es diferente, pero la responsabilidad del Consejo de Seguridad es la misma y pasa por mantener la paz y la seguridad en la escena internacional. Cada uno de los 15 miembros en total tiene un voto. Pero las cinco potencias que ganaron la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido, ocupan lugares permanentes en el Consejo. Además, tienen un poder de veto sobre sus decisiones, lo cual es muy importante ya que según la Carta de la ONU, todos los Estados que integran Naciones Unidas se obligan a aceptar y cumplir las decisiones tomadas por el Consejo.

La tradición del país impone que nuestra política exterior en este escenario de gran protagonismo internacional respete valores muy importantes. Dicho claramente, no debemos actuar según la idea de que lo político está por encima de lo jurídico para justificar así que cedamos a las enormes presiones políticas que pueden ejercer las grandes potencias del Consejo de Seguridad en situaciones de crisis graves en el mundo.

Es posible conducir una política de convicción respetuosa del derecho internacional y defender así el interés nacional. El antecedente más notorio en este sentido es el protagonismo de Chile en el Consejo de Seguridad en 2003, en tiempos de la presidencia del socialista Ricardo Lagos. En ese entonces Washington planteó en el Consejo de Seguridad su voluntad de invadir Irak, mientras que en paralelo, Chile negociaba con Estados Unidos un tratado de libre comercio. Santiago mostró su apego al multilateralismo y al respeto del derecho internacional votando contra la voluntad de Estados Unidos en el Consejo. ¡Vaya si se podría haber argumentado que le convenía apoyar a Washington en la ONU, cuando había tanto en juego en el comercio bilateral! Sin embargo, Santiago se mostró firme y digno. Luego, logró además firmar su tratado de libre comercio con Washington.

Por delante se vislumbran crisis internacionales muy importantes que tendrán al Consejo de Seguridad como protagonista. La solución al conflicto en Siria opondrá los intereses rusos a los de las principales potencias occidentales. La situación en Ucrania, país que también integrará con Uruguay el Consejo de Seguridad, será otro escenario difícil para la relación entre las grandes potencias.

En todos los casos, el norte que debe guiar la mejor política exterior de Uruguay es el respeto por el derecho internacional, sin ceder a presiones de tal o cual por hacer primar lo político sobre lo jurídico. Se trata de un gran desafío para el país. Ojalá estemos a la altura de nuestra mejor tradición nacional.

Editorial

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