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¿Qué va a hacer Uruguay?

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El triunfo de Mauricio Macri en Argentina es un sacudón para la política regional. Por lo pronto, su anuncio de que pedirá aplicar la "cláusula democrática" a Venezuela, y suspenderlo del Mercosur por la existencia de presos políticos, obligará a todos los países del bloque a tomar una postura definida.

Y abandonar la incómoda ambigüedad que ha caracterizado el vínculo con el país caribeño. Ahora bien, ¿Cuál será la postura de Uruguay ante esta situación? ¿Que deberíamos hacer?

Se trata de una definición mucho más compleja de lo que se suele afirmar, y que tendrá hondas implicancias en lo interno, pero también para el futuro del inoperante bloque comercial.

Empecemos por el principio, ¿es Venezuela una democracia hoy en día? La respuesta del gobierno de ese país, y de sus incondicionales en el nuestro es que sí, y que desde que asumió el poder Hugo Chávez, la llamada "revolución bolivariana" se ha cansado de ganar elecciones. Y hasta tuvo mayorías para hacer una reforma constitucional bastante exótica, que complica aun más la valoración democrática de ese país, ya que eliminó buena parte del sistema de pesos y balances que parecen esenciales en un sistema político liberal moderno.

Ahí tenemos un primer problema serio, ya que si bien en los últimos tiempos con Nicolás Maduro se ha vuelto más discutible la transparencia del sistema electoral venezolano, es difícil cuestionar su legitimidad democrática de origen, y entrar a valorar otras cosas desde fuera, implicaría estar al filo de vulnerar el sagrado principio de no injerencia en los temas internos de un país hermano.

Existe otro problema sobrevolando todo este asunto, un problema más crudo y menos principista, y es el fuerte vínculo comercial que mantiene Uruguay con Venezuela, y que es la línea de salvamento que mantiene en pie a varias industrias nacionales, sobre todo la vinculada a la cadena láctea. Se trata de un motivo tan cuestionable como crudamente realista. ¿Nos peleamos con Venezuela al costo de darle el golpe de gracia a toda una cadena productiva?

Ante esto cabe decir que los famosos y anunciados negocios con Venezuela vienen siendo más bien una esperanza que una realidad. Los problemas que tienen las empresas lácteas para cobrar con dinero que sale incluso del propio estado uruguayo, y que los bolivarianos "bicicletean" y no reintegran a nuestros exportadores, dejan en evidencia que especular con salvar a una industria en base a un pacto de este tipo, es muy poco realista. Menos, si eso implica dejar por el camino valores y principios esenciales para un país con la tradición democrática de Uruguay. Es entonces que corresponde hacer una valoración más fría de lo que implica la "cláusula democrática" del Mercosur. ¿Significa que un país no tiene derecho a darse el tipo de gobierno que guste, si es apoyado por una mayoría? No, lo que se trata es que para ser miembro del bloque comercial, los países han acordado una serie de mínimos básicos de gobierno democrático. Nada más, pero nada menos.

La situación actual en Venezuela, donde existen decenas de dirigentes políticos presos e inhabilitados de forma arbitraria y sin las garantías mínimas de un estado de Derecho, son violaciones bastante claras a ese marco de mínimos esenciales. Y si no basta preguntarse si esos mismos dirigentes estarían presos o con sus derechos electorales aplastados en cualquier otro país del bloque. La respuesta claramente es no.

Pero tal vez la prueba de fuego sean las próximas elecciones parlamentarias del 6 de diciembre. En medio de una crisis económica terminal, y con niveles de apoyo popular mínimos, estos comicios son esenciales para el frágil gobierno de Nicolás Maduro. Resulta significativo que ante esta situación, el gobierno se niegue a cualquier tipo de verificación externa sobre la cristalinidad de las elecciones. Lo primero que debería exigir el Mercosur a su socio, es permitir un sistema de auditoría del bloque, que diera garantías de que el resultado será un fiel reflejo de la voluntad electoral de los venezolanos. ¿Qué motivo sincero puede tener Maduro para negarse? Y si lo hiciera, ya no quedarían dudas de que la democracia de ese país es solo pose formal.

Con la llegada de un Macri al gobierno argentino, asociado con un presidente paraguayo que tiene varias cuentas pendientes con Venezuela, y una Dilma Rousseff muy debilitada en lo interno, la postura de Uruguay será clave. Es hora de recuperar nuestro protagonismo político regional, y usar nuestra tradición política para ser un jugador que incline la balanza hacia el lado de la democracia y las garantías electorales. Seguir jugueteando con ese perverso sentido de la "realpolitik" que impuso el ex presidente Mujica, es un agravio a nuestra historia, y el peor daño que le podemos hacer a nuestros socios y vecinos.

Editorial

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