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Las tres pantallas

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Las nuevas generaciones del país están como nunca antes en estrecha interacción con tres pantallas omnipresentes en sus vidas: la televisión, la computadora, y el celular. Se genera así un cambio de hábitos en los consumos culturales que tiene consecuencias tan importantes como poco analizadas en nuestra sociedad.

El primer cambio relevante hace al tipo de lectura. Las nuevas generaciones no necesariamente leen menos que las anteriores. Simplemente, leen de forma diferente. Los libros en papel ya no ocupan el lugar central de proveedor de información como antes, sino que son los datos que están en internet los que son mayormente consultados. Así las cosas, Wikipedia puede ser tan o más importante como herramienta de referencia que cualquier libro especializado. Es más rápido y más sencillo, y está al alcance de cualquier celular con conexión a internet.

La consecuencia más importante en la formación de las nuevas generaciones es evidente: no siempre lo que se puede consultar en internet garantiza la calidad de la información obtenida. Aquellos jóvenes que tengan un capital cultural y social que les permita chequear por otras vías esas informaciones obtenidas en la web podrán sacar entonces mejor provecho de esta herramienta que aquellos que no lo tengan.

Hace muchos años, el sociólogo francés Pierre Bourdieu creó el concepto de habitus social. Se trata del sistema de disposiciones interiorizadas, la matriz estructurada de percepciones y de actitudes que todo individuo posee en virtud de su estatus y que lo orienta en el espacio social, con relación a sus opciones, sus gustos y sus actitudes. Así, este fenómeno de las tres pantallas como principal herramienta de acceso a la cultura con este notable protagonismo de internet hace que en la actualidad se reafirmen los habitus sociales diferentes que los jóvenes de distintas clases sociales traen consigo y que los guía en su matriz de percepciones y actitudes.

Lejos de transformarse en una herramienta igualadora que permite la superación social, el fenómeno omnipresente de las tres pantallas tal como se está extendiendo en nuestra sociedad termina operando como un diferenciador social importante. Y es aquí que se hace muy relevante la tarea de la enseñanza formal para remediar esta evolución social.

En efecto, la escuela y sobre todo el liceo son los que naturalmente debieran de proveer a las clases sociales con menor capital cultural de las herramientas para hacer de internet en las tres pantallas un instrumento de acceso a mejores informaciones. Si los maestros y profesores no conocen bien esta herramienta o si siguen manejando solamente los textos en papel como útiles principales de referencia para acceder a una mejor cultura, el resultado no será bueno.

En segundo lugar, las tres pantallas han traído un cambio en el tipo de socialización de las nuevas generaciones. Antes, el vínculo de integración social era personal y de cara a cara. Hoy, las redes sociales abren un mundo de interacción social diferente en el que lo público y lo privado establecen nuevas fronteras y que, además, muchas veces se complementan con ese vínculo personal directo.

Aquí, no solamente está el peligro del acceso a internet de los adolescentes sin supervisión de los adultos y que puedan terminar, por ejemplo, en situaciones de bullying con gran daño personal en algunos casos. También está la conocida sensación de seguridad que ofrece internet para una nueva generación que cree que el mundo de las tres pantallas es cotidiano y normal, que nada malo podrá pasarles y que, por tanto, no separan lo que hace a dimensiones propias del ámbito privado de las familias de otras que pueden ser de acceso público.

Se han multiplicado situaciones de este tipo, con fotografías o informaciones que se suben a la web por esta vía y que muestran las dificultades que tienen los más jóvenes para entender y separar estos dos ámbitos. Aquí también la supervisión del adulto se transforma en algo muy necesario para marcar los límites que tiene esta socialización de las tres pantallas.

Los cambios de hábitos culturales van a ritmo de vértigo. Hace 5 años nada más, la mayoría de los uruguayos no tenía abierto un perfil en Facebook. Hace 10 años, todavía las nuevas generaciones prestaban más atención a los libros en papel que a las informaciones de Wikipedia.

Todo esto trae consigo desafíos enormes para la escuela y el liceo, pero también para la vida familiar. Se precisa prestar más atención al mundo de las tres pantallas.

Editorial

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