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La transparencia de los "pinochos"

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La autocrítica no es admisible en mentes totalitarias, tanto así, que prefieren el ridículo antes de reconocer que lo “que empieza mal termina mal”.

Acusaciones de todo tipo, denuncias penales y comisiones investigadoras arrojan sombras sobre la gestión de tres gobiernos que plantearon como eje central de su conducción la ocurrente afirmación del Dr. Vázquez de que su fuerza política podría "meter la pata pero nunca la mano en la lata".

Hechos, procesamientos y comisiones investigadoras son un gran mentís a esa afirmación, al punto que internamente legisladores y dirigentes del Frente Amplio toman distancia de sus "compañeros" que han comprometido la transparencia, uno de lo valores centrales de la democracia .

Lo cierto es que el gobierno solo piensa en el corto plazo y en los llamados "tiempos políticos". Hace y deshace sus propios planes; es oficialismo y gobierno al mismo tiempo, y ha llegado a proponer la derogación del delito de abuso de funciones para dar impunidad a sus "compañeros" procesados y a todos los que en su momento puedan serlo.

En este escenario, se postergan definiciones que aporten claridad a las inquietudes ciudadanas. Una noticia puede más que un problema; las declaraciones de un personaje público pueden distraer la atención de preocupaciones que hacen a la propia calidad de vida de la gente. ¿no podemos preguntarnos qué sucede con ASSE? ¿es posible reclamar, sin despertar molestias, que los gobernantes relacionen el interés nacional con las expectativas de las nuevas generaciones? ¿Qué sector de la sociedad no tiene derecho a exigir que la relación costo beneficio de toda decisión sea explicada como corresponde?

El Frente Amplio con mayorías regimentadas lleva más años en el poder que la dictadura. Ha tenido disciplina para aprobar todas las normas que creyó necesarias incluso para mantener vigentes decenas de leyes aprobadas por otros gobiernos que no contaron con su voto. Tuvo a su favor el tiempo de las "vacas gordas" y lo desperdició gastando en clientelismo político, amparado en el falaz argumento de que todo gasto social es una inversión, resistiendo todo intento de evaluar resultados.

Las ideas de sus jurásicos dirigentes se ocultan manipulando cifras que mienten sobre la realidad. Una "aritmética masoquista "nos oculta un desempleo del 8% (¡ocho por ciento!) un cierre de empresas permanente, un déficit fiscal de un 4% (¡cuatro por ciento!), 60.000 funcionarios públicos más y la deuda pública más importante de la historia.

Como respuesta, el Ministro de Economía transformado en un moderno "pinocho" de los números vuelca su soberbia calificando de "aberración técnica" la afirmación de que el Proyecto de Rendición de Cuentas carece de financiación; en otras palabras, se resiste a reconocer que el subdesarrollo es más un problema de falta de carácter que de falta de recursos. Y como solo se enoja con la oposición, a la hora de decir que no a sus "compañeros", prefiere hacer malaba-rismos con los números motivado por cálculos electorales.

Estos gobiernos "populistas-fascistas", en sus variadas expresiones históricas, siempre han querido imponer sus certezas como recetas infalibles para alcanzar el bien común. Por eso, no admiten ideas discrepantes que a partir de su intolerancia se consideran herejías.

El presidente Vázquez y su gobierno (incluido el impredecible Sr. Mujica) tienen dos problemas interdependientes que no consiguen comprender. Uno es definir cuánto debe asignarse para distintos fines; y el otro, reconocer la importancia de la eficiencia en el uso de los recursos. Pero como las izquierdas estatistas y burocráticas cuando gastan el dinero de los que trabajan, no son precisamente las que tienen que ganarlo, carecen de una explicación simple para el despilfarro y la corrupción.

Si algo faltaba, es el discurso presidencial acusando a todo aquel que denuncia las inconductas del Sr. Sendic de sumarse al más "fantástico bullying" que haya conocido. El Sr. vicepresidente, expresidente de Ancap no es una anecdota personal sino la prueba de que todo su Partido trata de ocultar la pérdida de cerca de mil millones de dólares entre políticas equivocadas, frivolidades conocidas y en mentiras que arrastran a todo el gobierno. Pluna y tantas otras aventuras del Frente Amplio se agregan a tantos desaciertos que deambulan entre el Fondes y las cataplasmas de un socialismo prebendario. El autoengaño es el primer recurso al que siempre apelan estos gobiernos. La autocrítica no es admisible en mentes totalitarias, tanto así, que prefieren el ridículo antes de reconocer que lo "que empieza mal termina mal". Los uruguayos saben muy bien qué es lo que sucedió en cada caso.

EDITORIAL

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