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Tonterías de DD. HH.

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Editorial

Es como si el país no tuviera ningún problema de DD. HH.: ni en las cárceles, ni en los centros de reclusión de menores, ni en dimensiones más complejas como las escuchas telefónicas o incluso las movilizaciones patoteras pretenden presionar decisiones en el Poder Judicial.

Es sabido que en esta década el Frente Amplio ha creado y promocionado distintas instancias institucionales cuyos objetivos son el tema de los derechos humanos (DD HH). Una de ellas es la secretaría de DD HH que depende de Presidencia de la República. Dentro de sus altas pretensiones de trabajo, ella apunta a promover la "perspectiva de derechos humanos en las políticas públicas, cumpliendo las funciones de promoción, diseño y coordinación, así como su seguimiento y evaluación".

Evidentemente, cualquiera que esté enterado de lo que pasa en el país se da cuenta de que nada de eso ocurre. ¿O alguien recuerda, por ejemplo, que esa secretaría haya sido crítica de la grave situación de violación de DD HH que padecen centenares de presos en las cárceles del país y que ha sido denunciada por el comisionado parlamentario para el sistema penitenciario en más de una ocasión? ¿O acaso algo dijo esa secretaría, y nadie se enteró, sobre las violaciones flagrantes a los DD HH que implican los desalojos que bandas de narcotraficantes han llevado adelante en barrios periféricos de la capital y cuyas consecuencias han sido atendidas tarde, mal y nunca por parte de los servicios sociales del Poder Ejecutivo?

En realidad, la mentada secretaría es una pequeña estructura burocrática que en vez de dedicarse a promocionar y defender los DD HH, hace política menor, partidaria y mezquina pro- frenteamplista, con ínfulas grandilocuentes en cada una de sus declaraciones, tan ridículas como ampulosas, y que son publicitadas con una pompa que carece totalmente del más elemental sentido del ridículo.

En este sentido los más memoriosos recordarán, por ejemplo, el confuso episodio del año pasado de aquel peón de Salto agredido, por el cual distintos actores de izquierda denunciaron que se vivía allí una situación de explotación social y económica inadmisible. Al coro de voces críticas se unió presta la del secretario de DD HH de Presidencia, quien declaró para la ocasión que "el Uruguay profundo tiene sistemas serviles, casi feudales que emergen esporádicamente. Si bien no podemos decir que es un fenómeno estructural, muchas veces sí sucede". Interpelado por la Federación Rural para que diera razones de sus dichos, el asunto quedó sustancialmente en nada porque, obviamente, se trataba de un disparate propio de un fanático de comité de base montevideano, con pretensión, eso sí, de gran análisis sociológico sobre el Interior del país.

Este año toca el turno de la promoción de la democracia, que se abre hoy y por una semana. Según informó el jueves pasado el semanario Búsqueda, el jerarca de DD HH pretende analizar en estas jornadas "cómo se construyen ciudadanos críticos en sistemas que tienen que dar garantías de estabilidad y consistencia que tienden como a desmovilizar": una cháchara que merecería haber sido dicha por alguno de nuestros politólogos izquierdistas estrella y que, como es evidente, no quiere decir absolutamente nada.

Este tipo de sandeces son las que permiten a esa secretaría de DD HH opinar de tópicos que, notoriamente, nada tienen que ver con su temática institucional. Así, el año pasado trató sobre el sistema feudal en el Interior profundo, y este año su preocupación es definir si "el país está protegido lo suficientemente para anticiparse" a las consecuencias negativas de las dificultades económicas de la región. Según Búsqueda, una de las preguntas que esa secretaría quiere tratar en esas jornadas que durarán una semana entera, es si "lo que está viviendo la región, lo que está viviendo el mundo es que vamos hacia una pérdida de la democracia o hacia un cambio en la manera de pensar a la sociedad". Payadas sin guitarra.

Es como si el país no tuviera ningún problema de DD HH: ni en las cárceles, ni en los centros de reclusión de menores, ni en dimensiones más complejas como las escuchas telefónicas o incluso las movilizaciones patoteras que cada tanto pretenden presionar decisiones claves en el Poder Judicial. Es que si la secretaría de DD HH de Presidencia dijera algo sobre estos temas, debería poner en tela de juicio acciones del Poder Ejecutivo o de grupos sociales afines al Frente Amplio. En vez de todo eso, prefiere periódicamente plantear discutir tonterías que, como no podía ser de otra manera en la lógica frenteamplista, financian los contribuyentes.

El costo del currito este no es chico: el secretario de DD HH de Presidencia percibe un salario superior a los $100.000 al mes, lo que lo sitúa dentro de las franjas más altas de remuneraciones del país. Son tonterías caras.

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