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Tarifas, Frente Amplio y coronavirus

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Llamó la atención el regodeo de algunos comentarios de ciertos dirigentes del FA por la suba de tarifas. ¿Dejaron los números en rojo fosforescente y la juegan de inocentes? ¿Volvemos al cuanto peor, mejor?

Se veía venir y llegó: cuatro casos de coronavirus aparecieron para dejar en claro que, en este mundo tan globalizado, Uruguay no es una isla y corre riesgos similares a los demás países. Habrá que concentrarse en tratar de que no se expanda, que solo afecte a unos pocos y luego en la lucha para erradicarlo. Como todos los países y con una ventaja: somos de los últimos en ser castigados por el virus, lo que nos permite conocer las estrategias desarrolladas en otras partes del planeta para aprender de las experiencias ajenas y actuar con inteligencia. Es un terma serio, pero no tenemos dudas de que gobierno y ciudadanos uruguayos juntos sabrán cómo actuar para minimizar esa presencia.

Más allá del problema sanitario, el efecto del Covid-19 hizo explotar las economías del mundo en los grandes centros de actividad y desde allí fragmentarse por todos lados. La semana negra de Wall Street, Londres, San Pablo o Tokio llegó hasta aquí y se reflejó en la disparada del dólar. Fue una sacudida, pero complicó las cosas en un momento en que ya venían bastantes complicadas. Vázquez y el Frente Amplio, que gobernaron hasta el 1°de marzo y aprovecharon ese periodo de transición para arreglar cosas que les interesaban personalmente (como adjudicar nuevos canales de televisión), dejaron por el camino, omitieron con conciencia y voluntad, otras que iban a afectar al nuevo gobierno y de paso a todos los uruguayos: los costos de las tarifas públicas.

No es bueno y mucho menos no es popular iniciar un periodo de gobierno con aumentos y que además se había anunciado que no ocurrirían. Pero Vázquez incumplió con su responsabilidad de gobernar hasta el 1° de marzo y el nuevo gobierno pagó los platos rotos y tuvo que actuar para evitar que se rompieran todos. Como dijo el Director de la OPP, Isaac Alfie, “no aumentar las tarifas significaba, en números gruesos unos 500 millones de dólares más de déficit de caja para este año”.

El pecado del presidente Lacalle Pou fue pensar que Vázquez y el Frente Amplio elegirían salir del gobierno después de sus históricos quince años en el poder por la puerta grande, con gallardía. Le erró feo: Vázquez y el Frente Amplio dispararon del poder al grito de “¡arreglate como puedas!”. Incluso, cuando desde la OPP se les solicitó a los Directorios de los Entes Autónomos actualizar los informes sobre la situación de cada uno de ellos, solo respondió Ancap. El resto se encolumnó tras la decisión del Frente Amplio de no colaborar con el nuevo gobierno y se negó -expresamente- a proporcionar datos o documentos sobre su situación.

Olvidaron que las travesuras o la mala fe, cuando está en juego el futuro del país, no son de recibo.

Más grave aún fueron las sonrisas y los comentarios irónicos que hasta parecían un festejo, con que ciertos dirigentes frentistas recibieron la noticia: eran de alegría. Ninguno asumió que habían dejado un país prácticamente paralizado y fundido, que costará mucho recuperar. Y ninguno reconoció que, tal como estaba el panorama, los aumentos de las tarifas no solo eran justificados sino obligatorios y urgentes.

Más allá de esa suba, el gobierno anunció, tal como se había prometido en la campaña electoral, un plan de ahorro del Estado de al menos 15% de los gastos de funcionamiento e inversiones, excluidas las partidas salariales; también se decidió la prohibición de renovar o comprar mobiliario y equipamiento y la habilitación para cubrir un tercio de las vacantes generadas en el ejercicio, excepto las docentes, las de personal de salud y del Ministerio del Interior.

Se estima que estas medidas significarán un ahorro de alrededor de 270 millones de dólares y es el primer paso hacia los prometidos 900 millones de dólares. En la medida que se siga en esta línea, el gobierno debe encarar con urgencia las anunciadas auditorías. Hay consenso de que en el Estado se ha gastado mucho y mal. Ellas permitirán no solo saber cómo ha sido el manejo de los recursos y cómo han actuado los responsables del gasto hasta ahora, sino también mejorar la gestión con miras al futuro.

Este gobierno recién se inicia y ya recibió dos golpes: uno de adentro y otro de afuera. Hubiera sido mejor que arrancara sin dificultades. Lamentablemente no lo quiso así ni el coronavirus ni el Frente Amplio. Ambos afectaron al país. Pero también ya ha dado señales de cambio y muy positivos: el ministro Jorge Larrañaga ha marcado un accionar que devuelve la confianza y permite ser optimistas. Como para seguir creyendo.

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