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¿Por qué tanto descaro?

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EDITORIAL

Han exprimido hasta la última gota el artículo de su ley de medios que expropia espacios publicitarios a canales y radios. Presidencia redobla sus campañas “de interés público”, y llenan todas las tandas con mensajes autocomplacientes.

Hay ejemplos de vida que nos acompañan siempre, aunque ya no estén. Uno muy especial es el de Luciano Álvarez, escritor, docente universitario, gestor cultural y columnista de esta página, que perdimos en setiembre del año pasado.

En un testimonio que brindó para un spot del Partido Independiente, en la campaña electoral de 2014, Luciano dijo que “este gobierno ha superado todos los límites en el abuso del sagrado dinero de los ciudadanos, para hacer propaganda del Frente Amplio disfrazada de avisos de los entes del Estado. Estoy harto de este manejo inescrupuloso”. Fue el año en que prácticamente no hubo empresa u organismo estatal que no saliera a publicitar costosamente sus logros. Está claro que quienes nos gobiernan tienen derecho a divulgar sus éxitos y virtudes. Lo que no deberían es emplear para ello costosas inversiones publicitarias financiadas con el dinero del contribuyente. Pero ya sabemos que cuando se trata de conservar el poder en disputa, el FA pasa por alto esas formalidades.

Pasaron cinco años y la nueva campaña electoral los encuentra en el mismo trillo, con un riesgo aún mayor de perder el gobierno y, proporcionalmente, un uso más desembozado de los recursos públicos al servicio de su propaganda.

Han hecho de todo.

Exprimieron hasta la última gota del artículo de su ley de medios que expropia espacios publicitarios a los canales y las radios para que Presidencia emita campañas “de interés público”, y llenaron todas las tandas de mensajes autocomplacientes: gente agradeciendo a OSE porque les conectaron el agua, gente sollozando de felicidad porque UTE les trajo la luz, famosos emocionados porque con la ley del porro se iba a eliminar el narcotráfico (¡vaya sobrepromesa!) y un etcétera tan gordo como su autobombo.

En los últimos meses, esos espacios publicitarios expropiados han servido al gobierno para buscar voluntarios para el Mides, la organización clientelista más grande de la historia, en el mismo momento en que el FA impulsaba una ley para obstaculizar el voluntariado a nivel privado. Y ahora nomás, recuerdan al público las bondades del Sistema de Cuidados, sin aclarar que le recortaron recursos mientras tiraban manteca al techo del Antel Arena.

Pero como si todo esto no fuera suficiente, acaban de sumar una campaña de la OPP, que festeja “1.500 obras en 1.500 días” y prácticamente las enumera una por una.

Como siempre, no se limitan a informarlo en un comunicado de prensa, lo que sería totalmente respetable. ¡No! Hacen mucha publicidad. Invierten dineros públicos en contarnos lo lindos y buenos que son. Estos mensajes no se encuadran en la prohibición legal de pautar publicidad política antes de los 30 días de cada elección, a pesar de ser burda propaganda proselitista del FA.

¿Por qué tanto descaro? ¿Tan preocupados están del hartazgo de los uruguayos ante sus ineficiencias y corruptelas, que carecen del mínimo decoro de respetar un juego limpio? ¿Con qué autoridad se quejan de las noticias falsas, si al mismo tiempo violentan la ética para sacar ventaja publicitaria a sus adversarios? ¿Será necesario legislar severamente sobre esto, para que nunca más a ningún gobierno se le ocurra caer en una práctica tan despreciable?

Lo grave es que todavía falta medio año para la elección de octubre y este bombardeo publicitario solo parece crecer.

En el mismo momento en que uno de los sectores principales del Partido Nacional presenta un programa de gobierno de 200 páginas, la precandidata Carolina Cosse repite el argumento “asustaviejas” que ya había utilizado Mario Bergara. El shock de austeridad que propone Lacalle Pou le evoca a “la motosierra” de Lacalle Herrera. Un buen ejemplo del nivel de debate que promueve el oficialismo. La motosierra referida en la campaña de 2009 tenía la explícita finalidad de cortar los gastos excedentarios, inútiles, duplicados, todo el despilfarro que trajo el FA al país y que el ganador de esa elección, José Mujica, multiplicó a niveles catastróficos.

El shock de austeridad que se propone hoy es más que una opción, es una necesidad imperiosa para que la economía del país no se desbarranque definitivamente. Y ellos lo saben, pero no dudan en seguir despilfarrando los dineros públicos en su propio autobombo, porque mantener su sillón les importa más que poner la casa en orden.

Para terminar con tanta publicidad onerosa y manipuladora, para eso sí, buena falta que hace una motosierra.

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