Publicidad

Síntomas que sorprenden y alarman

Compartir esta noticia

SEGUIR

Introduzca el texto aquí

La región está algo alterada. Todas las semanas surgen en diferentes países del continente, noticias que sorprenden y alarman a la misma vez. 

En la última semana tuvimos la sucesión de peculiares dichos del presidente argentino por un lado y por otro, el tenso conteo de votos en Perú con una apretada ventaja, para Pedro Castillo.

Lo del presidente Alberto Fernández en Argentina es llamativo por lo reiterado. Solo la semana pasada pudimos verlo quedar en falsa escuadra dos veces.

Una, cuando ante la presencia del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, se pronunció europeísta y señaló que así como los mexicanos descendían de los indios y los brasileños de la selva, ellos, los argentinos, descendían de los barcos que venían de Europa. Quizás quiso con eso dar a entender que eran mejores y por lo tanto España debía prestarles atención. Para colmo sostuvo que la frase era de Octavio Paz. El premio Nobel mexicano nunca dijo eso. Sí habló alguna vez de los aztecas en México y los incas en Perú, dicho en un contexto más complejo e interesante.

Quedó mal con México, quedó mal con Brasil, dio a entender que los argentinos eran superiores y descolocó al propio presidente Sánchez que tal vez llegó a pensar que los peores prejuicios que circulan contra los argentinos, no lo eran tanto. No contento con eso, a los pocos días Fernández volvió a tener una caída con un lapsus, genuino esta vez pero terrible de todos modos. Invitó a los argentinos a que se fueran a contagiar, cuando en realidad quiso decir que se fueran a vacunar. Enseguida se corrigió, es cierto, y sin duda fue un lapsus, aunque uno que asusta.

La sensación que deja la sucesión de tropiezos es extraña, más cuando se trata del país vecino, que pasa por un complejo momento con la pandemia (acentuado por un lento y desprolijo proceso de vacunación), que afecta lo económico, lo político y lo social.

A eso se sumó la segunda vuelta electoral de Perú, con un casi empate entre dos opciones que nada bueno anunciaban y en la que el candidato Pedro Castillo venía llevando una mínima ventaja.

Para muchos peruanos optar por una alternativa o la otra debió ser, sin duda, pesadillesco.

En el caso de ganar Castillo, el nuevo presidente sería, en algunos asuntos, de izquierda ortodoxa, no tanto por sus posturas personales sino por las de su sector, pero en otros asuntos sería todo lo contrario.

Es que Castillo ha sido promovido por grupos de izquierda marxistas, leninistas y mariateguistas ortodoxos, decididos a cambiar todo en forma radical. Sin embargo, preguntado por un periodista, Castillo demostró no tener idea de que era un monopolio pese a anunciar que lo combatiría.

Por otra parte, ha sido muy contundente en su rechazo al aborto, al matrimonio homosexual, al consumo de marihuana y a la eutanasia. Es verdad que estos temas no son banderas solo de la izquierda; muchos liberales las defienden con firme ahínco. Pero sorprende que un candidato que se dice de izquierda sea tan tajante al rechazarlos. Y sorprende aún más que la izquierda vernácula no se haya dado cuenta de que hay algo que no cierra.

¿Será realmente Pedro Castillo un eventual presidente afín a los gustos de la izquierda frentista, o tomará rumbos impensados? Por cierto, no tendrá mayorías claras en el Parlamento.

El mismo Frente Amplio que se negó a reconocer la victoria de Lacalle Pou hasta contar todos los votos y resolver discrepancias, ahora exige reconocer a un candidato peruano cuando todavía no está laudado el resultado de esa elección.

En su entusiasmo, el Frente Amplio se apresuró a celebrar el triunfo de Castillo cuando, pese a que había casi certeza de que había ganado, aún quedaban votos por contar para confirmar el hecho.

Llamó la atención que además le reclamara al gobierno que apresurara un reconocimiento, pese a que el conteo aún no había concluido en una elección tan reñida. Se ve que el Frente tiene un serio problema de mala memoria. Borró (convenientemente) cosas que sucedieron hace un año y medio.

Cuando Luis Lacalle Pou ganó la segunda vuelta por un margen estrecho, el Frente Amplio, a instancias del candidato perdedor Daniel Martínez, se negó a reconocer el triunfo de su adversario hasta que contaran todos los votos observados y así se pudiera confirmar quién era el vencedor. Lacalle Pou optó por postergar toda celebración por una semana hasta que esos votos observados fueran contados.

Por lo tanto es más coherente consigo mismo este gobierno al esperar un resultado definitivo antes de reconocer al ganador, que el Frente que ahora presiona a que se haga con Perú, cuando no quiso hacerlo acá en su momento. Otra más de las tantas flagrantes contradicciones a las que el Frente Amplio nos tiene acostumbrados.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

PerúAlberto Fernández

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad