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Nos siguen tomando el pelo

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Finalmente la Cámara de Senadores votó el día lunes el proyecto de capitalización de Ancap y, al cierre de esta edición, se aprestaba a hacer lo mismo la Cámara de Diputados con la incertidumbre de si lograría alcanzar los 50 votos que necesita para levantar el receso parlamentario.

El plan del gobierno incluye la condonación de una deuda que Ancap mantenía con el Ministerio de Economía y Finanzas por unos 622 millones de dólares y un nuevo crédito por unos 250 millones de dólares con la Corporación Andina de Fomento. A eso debe sumarse que, según cálculos del Ec. Ignacio Munyo, en lo que va del año por la baja del petróleo que no se trasladó a precios ya hemos capitalizado a la empresa en unos 500 millones de dólares más. En resumen, el proyecto es la aceptación por parte del gobierno de que Ancap está fundida pero sin reconocer errores ni pedirle disculpas a los uruguayos.

La información que fue surgiendo sobre Ancap en los últimos meses es extraordinariamente preocupante. Mientras que en campaña electoral nos habían vendido a Daniel Martínez y a Raúl Sendic como profetas de la nueva gestión, la evidencia demuestra, de mínima y a la espera de los informes de la comisión investigadora en el Parlamento y la actuación de la Justicia posteriormente, una desastrosa administración. Lo cierto es que los uruguayos nos venimos a enterar, tarde y mal, que la principal empresa del país, estatal y monopólica, se encuentra al borde del colapso por la evaporación de su patrimonio y la acumulación de déficits y pasivos.

Los episodios inexplicables no han faltado. Una fiesta millonaria con Cristina Kirchner, inversiones de cientos de millones dólares que costaron cuatro veces más que lo presupuestado, comisiones millonarias de intermediarios, una empresa de fletes a la que se le adelantó la plata para comprar los camiones, la tristemente célebre remolcadora, son solo algunos ejemplos que demuestran, reiteramos, como hipótesis de mínima, una incapacidad dantesca para administrar una empresa monopólica con más de 80 años de vida.

Y ahora, como siniestro colofón de esta historia de terror, el Frente Amplio pretende aprobar de apuro, entre gallos y medias noches, sin mayor discusión y, principalmente, sin introducir ningún cambio en la gestión del ente, una ley para capitalizarlo. El sistema político uruguayo en su totalidad se expresó en favor de salvar Ancap de sí misma, pero una cosa es hacer un esfuerzo extraordinario de unos 900 millones de dólares (el doble del presupuesto incremental que se votó este año para tener una idea de la magnitud) con un plan de mejora de la gestión del ente, y otra, muy distinta, es pretender que nada pasó.

La patética estrategia del Frente Amplio es jugar a echarse la culpa unos a otros mientras nadie asume la responsabilidad por el desastre que causaron, en definitiva, todos juntos desgobernando a la empresa y al país. Porque lo que pasó con Ancap es solo de mayor magnitud, pero un desastre de tenor similar al que les provocaron a las cuentas públicas del país, su déficit y su endeudamiento el presidente Mujica, el vicepresidente Astori, el ministro Lorenzo y el presidente de Ancap, Sendic, entre otros. Ninguno puede hacerse el desentendido por más que se enoje y escriba cartitas de adolescente despechado. Son todos responsables de haber hundido a la principal empresa del país.

Sin embargo, lo cierto es que el mujiquismo le torció el brazo una vez más a Vázquez, y luego de que anunciara que no le iba a temblar la mano para remover a quien tuviera que remover no pudo hacer nada por la oposición de la mayoría de su propio partido. La batalla que está jugando el astorismo y el mujiquismo por quién paga el costo político del zafarrancho de Ancap impide que se realicen los cambios indispensables para la mejora del ente, esa es la realidad que salta a la vista y por lo tanto no existe ninguna garantía de que algo vaya a cambiar. Y eso es lo peor, no sólo le están tomando el pelo a los uruguayos sino que se lo vuelven a tomar cuando el salvataje se realiza con los mismos protagonistas que llevaron a Ancap a la situación límite en que se encuentra.

El Frente Amplio todo, no alguno de sus sectores, debe comenzar por pedirle disculpas a los uruguayos por lo que han hecho. Después, concretar un plan específico de acción para mejorar la gestión de Ancap. Recién ahí estarían en condiciones de pedir que se apoye una capitalización. Han decidido empezar por el final, tomándole el pelo nuevamente a todos habitantes de esta sufrida y esquilmada República.

Editorial

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