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Los resultados de la libertad

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Si bien lluviosa y algo húmeda, la primavera empieza a instalarse y con ella llega una saludable ola de optimismo en comparación a como vivimos los uruguayos (y el mundo entero) la misma estación un año atrás. 

No es que la pandemia y sus efectos se hayan ido del todo, pero es evidente que la vacunación masiva está teniendo efecto.

Este estado de ánimo se reflejó en la columna de Juan Martín Posadas, publicada en este diario el domingo pasado. Celebra tanto la nueva situación como también la forma en que desde el gobierno se procesó la crisis sanitaria: “el manejo de la pandemia se hizo sin pánico, sin histerias, sin encerrar la vida económica del país”, más allá de dolores y tragedias que quedan.

El motor de esa estrategia fue la premisa tantas veces repetida de la “libertad responsable”, un concepto que sin duda fue fundamental para atravesar estos casi dos años de emergencia. Fue lo que mantuvo en marcha al país, que le permitió saber cuando frenarse y cuando abrirse, sin imponer medidas asfixiantes. La población entendió la idea, se identificó con ella, la vivió y la aprobó.

Hubo, sin embargo, quienes rechazaron esa premisa y pretendieron que el país cerrara todo a cal y canto todo el tiempo que fuera necesario, que cada uno se confinara en su casa y que esa parálisis absoluta fuera financiada por un Estado que no contaba con tantos recursos para semejante estrategia. Predicaron con jerga autoritaria, obstinada y por momentos prepotente, aunque a la misma vez pretendió ser demagoga. Pese a sus esfuerzos, encontraron poco eco en una población que se quería cuidar, sí, pero no al extremo de un encierro total.

La oposición proponía sus medidas pero se hacía la distraída cuando se le explicaba que para su aplicación había que recurrir a la represión. Quería mano dura sin que hubiera mano dura. En los pocos casos en que moderadamente se votaron medidas de restricción, esa misma oposición que tanto ruido hacía, no las acompañó: una paradójica contradicción que nadie entendió.

En los países donde se aplicaron medidas como las exigidas por el Frente, se cercenaron las libertades a veces mediante leyes de duración transitoria, a veces con abusivos decretos presidenciales sin apoyo parlamentario. Basta ver las draconianas medidas de represión adoptadas en Argentina, para saber qué hubiera pasado en Uruguay si la oposición se salía con la suya.

Hubo otro sector que desde su libertad cuestionó, y sigue cuestionando, la libertad de otros. Son los “antivacunas” que se rehúsan a ser vacunados y protestan con inaudita agresividad cada vez que pueden.

Lo curioso es que en Uruguay nadie está obligado a vacunarse. Se vacunan los que quieren. Por lo tanto no se entiende tanto escándalo, a veces expresado con ordinaria falta de respeto contra quienes en igual uso de su libertad decidieron hacerlo. Ahora aducen ser discriminados porque ciertas organizaciones, por su propia cuenta, requieren que quienes trabajan en ellas o participan de sus eventos, estén vacunados. No es una medida generalizada ni se trata de una imposición del Estado sino que es un requerimiento pedido por esa organización u empresa en particular.

Lo que la pandemia, y la estrategia aplicada por el gobierno, demostró es que su premisa de libertad fue crucial para que tuviera éxito a la vez que quedó en evidencia que no se trata de un concepto tan simple.

Si la libertad es para todos, también la tienen quienes ante ciertas circunstancias requieren constancia de vacunación solo para lo que ellos ofrecen. Usan la misma libertad que tiene quien se niega a vacunarse.

Todos tomamos decisiones en nuestra vida cotidiana y cada decisión tomada con entera libertad, genera consecuencias y tiene efectos. De esos efectos también hay que hacerse cargo. Una cosa viene ligada a la otra y todo acto libre siempre exige responsabilidad y conciencia de que hay derivaciones.

Lo que la pandemia, y la estrategia aplicada por el gobierno, demostró es que su premisa de libertad fue crucial para que tuviera éxito a la vez que quedó en evidencia que no se trata de un concepto tan simple.

Lo cierto es que llega la primavera en un contexto optimista. La vacuna ayudó a este resultado, por cierto, pero ello no implica que la pandemia terminó. Sí parece evidente que es posible mantenerla bajo control, lo cual no es poca cosa. Para que eso siga así, habrá que continuar siendo prudentes y quizás incorporar la vacunación como un rito anual o semestral para los años venideros.

De ese modo sí, podremos afrontar los tiempos que se vienen, con una libertad más plena y mejores expectativas de futuro. Eso es lo que todos deseamos. O como culminó Juan Martín Posadas su columna: “a trabajar y a disfrutar lo que conseguimos”.

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