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Sobre responsables y estúpidos

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La pandemia y la lucha contra la pandemia se han convertido en una carrera.

Por un lado, los casos que se reproducen con velocidad de vértigo, se elevan a cifras desconocidas y aparecen nuevas cepas, más malignas y amenazantes. Por otro los esfuerzos que se llevan a cabo para aumentar los números de vacunas, organizar agendas e intentar blindar lo más rápido posible al mayor número de uruguayos. Pero, las vacunas hay que traerlas de afuera y prácticamente todos los países del mundo también las reclaman.

Con ese panorama hoy empieza Se-mana Santa (o de turismo), que signifi- ca en la tradición nacional visitas a luga- res no habituales que congregan en esos días muchísima gente con la intención de pasear.

Es complicado, pero en definitiva depende de cada uno. Depende de si se está dispuesto a cuidarse o se piensa que es época de jubileo y vale todo. Depende de si lo que predomina es el sentido de responsabilidad y solidaridad o si se opta por la estupidez y el egoísmo. Son los uruguayos que eligen y deciden su destino. Según los datos del viernes, hay 17.129 personas “cursando la enfermedad”, 248 se encuentran en cuidados intensivos (récord) y han muerto 875 uruguayos por el Covid. Justamente hoy, 28 de marzo, se cumple un año del fallecimiento de Rodolfo González Rissotto, la primera víctima mortal del Covid. Un hombre de bien y figura del Partido Nacional.

¿Cuántos muertos más se necesitan para que la gente entienda que esto es muy serio y que el próximo puede ser él o algunos de sus seres más queridos? ¿Y que la solución solo significa una espera de pocos meses más? Todos saben lo que pueden hacer y lo que no. Terminemos con las pavadas.

Y hablando de pavadas, la conducta y la cantinela persistente del Frente Amplio a lo largo de este año ha estado totalmente alejada de la que debería haber exhibido un partido político serio que tuvo la responsabilidad de gobierno. Frente a las grandes crisis, los grandes problemas y los grandes desafíos (incluida la vida) de los uruguayos lo que corresponde es una férrea posición común de todo el sistema político para dar batalla y el que marca la línea en una democracia es el gobierno. Las discrepancias quedan para otra oportunidad, no para especular con la salud y la vida de los ciudadanos.

Pero no. El FA desde un principio marcó públicamente su posición contraria a todas (absolutamente todas) las medidas propuestas por el presidente Lacalle Pou (elegido por el pueblo) y reclamó medidas más radicales.

Cuando a mediados de marzo de 2020, el gobierno apostó a la responsabilidad de los ciudadanos y con su apoyo a la política de la cuarentena voluntaria, de no salir en forma innecesaria de sus casas y cuidar el distanciamiento, de inmediato se puso en la vereda de enfrente y, junto al Sindicato Médico, reclamó la cuarentena obligatoria. Con todo lo que ella significa sobre la libertad de las personas y, si es obligatoria, con detenciones y sanciones incluidas (¿Medidas Prontas de Seguridad?). El Pit-Cnt, por su parte, contribuyó con una caceroleada contra el gobierno porque sus medidas “eran insuficientes” en sintonía con sus camaradas. ¿Repetirá ahora?

Y cuando el gobierno propuso limitaciones al derecho de reunión para combatir las aglomeraciones (algo mucho más liviano que la cuarentena obligatoria, pero una restricción a la libertad) el Frente Amplio volvió a negar su apoyo y optó por el viejo mecanismo del palo en la rueda. La excusa principal fue que no debía ser la policía (y “gobiernos departamentales” dice la ley) quien actuara en los casos de aglomeraciones (“de personas que generen un notorio riesgo sanitario”), y sí lo hicieran funcionarios de Salud Pública.

Vamos a no inventar: la policía (también conocida como guardiaciviles) es la institución encargada de garantizar el orden y la seguridad en el país. Los funcionarios de Salud Pública pelean contra el virus en otro escenario y bastante trabajo tienen ya incorporado como para ir haciendo suplencias que no les competen.

Hace pocos días cuando se pidió la anuencia parlamentaria para extender esa medida, el Frente Amplio volvió a decir no.

Solo se salva de este disparate ma- yúsculo el Intendente de Canelones, Yamandú Orsi, que reclamó que “lo que tenemos que hacer todos es encolumnarnos detrás de las decisiones del gobierno y tratar de que se cumplan. Ahí no caben dos interpretaciones: hay que reducir la movilidad y eso no se discute”.

Con todo el sistema político detrás hubiera sido más fácil, se hubieran obtenido otros resultados (un poco más benignos) y los grandes beneficiados serían todos los uruguayos. Pero algunos -la gran mayoría del FA- privilegian la politiquería pequeña y barata.

Allá ellos y su conciencia.

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